El bienestar es el estado de ánimo óptimo de sentirnos, pensar y actuar bien, podemos alcanzarlo a través del desarrollo del equilibrio a nivel espiritual, mental, emocional, energético y físico.
Profesionalmente me dedico a promoverlo, acompañando a personas en su autoconocimiento, tarea que requiere compromiso en su proceso para aprender a escucharnos, a identificar que nos pasa y definirlo, expresarlo, advertir en que somos buenos, que cosas nos agradan y cuáles no, respetarnos y aceptarnos tal cual somos reconociéndonos vulnerables, limitados y al mismo tiempo poderosos, porque podemos evolucionar. Perdonarnos y volver a comenzar, concluyendo que no somos perfectos, que no podemos todo, ni con todo, asumir que en ocasiones requerimos colaboración o apoyo.
Gracias a ese estado llevaremos una vida con sentido que da sentido a nuestra vida, alcanzando bienestar, circunstancia que facilita ir adaptándonos a los cambios haciendo frente a las presiones con que nos enfrentamos a diario.
Para entender mejor el bienestar emocional debemos comprender que son las emociones.
Las emociones son un rol fundamental en él bienestar, ellas son un impulso de energía que nos mueve a actuar -combustible-.
No elegimos cómo emocionarnos, se disparan según el tipo de pensamiento qué nos habita; los pensamientos son constructos en la mente; son las creencias y juicios con sus programas mentales.
Las emociones se sienten en el cuerpo generando sensaciones; es importante identificarlas para gestionarlas bien; tanto la duración, intensidad y complejidad de las emociones varía de una persona a otra, porque no todos sentimos del mismo modo ni las afrontamos igual.
Las emociones primarias son universales, innatas y sirven para dar respuesta a los estímulos y adaptarnos al medio.
Alegría: Promueve relacionarnos con júbilo, crear vínculos con el entorno, es una de las emociones más adaptativas, nos muestra felices, mejora nuestra sensación de bienestar y hace que empaticemos con conductas altruistas.
Tristeza: Despierta la empatía que nos conecta, sirve para repensarnos y focalizar soluciones.
Sorpresa: Es la emoción más breve, nos prepara ante las novedades para que podamos afrontarlas de forma adecuada.
Asco: El asco define una marcada aversión producida por algo desagradable o repugnante, es una emoción que implica una respuesta de rechazo; ayuda a la supervivencia evitando que ingiramos objetos o sustancias peligrosas que puedan ponernos en peligro.
Miedo: Es nuestra alarma interna, nos avisa de riesgos, es una manera de activar nuestro organismo para ponerlo en alerta ante posibles amenazas, el problema es que si se descontrolan termina por bloquearnos dejando de actuar a nuestro favor.
Ira: Igual que el miedo sirve para protegernos y para conseguir nuestros objetivos; para poner límites, pero si no la canalizamos de manera adecuada termina siendo perjudicial; para que la ira sea beneficiosa, no hay que reprimirla sino gestionarla.
Las Emociones secundarias están ligadas a la trascendencia, a la autoestima, la identidad personal, al autoconocimiento, a las situaciones vividas, a los valores sociales, tienen un gran peso sobre el desarrollo personal; van variando y aparecen en función de la experiencia, de la interacción con las personas y el mundo que nos rodea.
También influye en nuestro bienestar emocional: La familia, la calidad de los vínculos entre los integrantes, nutrir nuestra vida social con relaciones de calidad qué alimenten el alma, sentirnos parte de un grupo que forme red de soporte, que mediante la colaboración encontremos nuevas soluciones con las que afrontar los retos diarios.
A su vez una alimentación saludable afecta nuestro bienestar emocional a muchos niveles, contribuyen también el ejercicio físico, actividades placenteras, relajantes, artísticas y culturales.
Cuando no somos capaces de hacer frente a las demandas de nuestro entorno, aparece el estrés o la ansiedad trayendo cambios negativos en todos los niveles; nuestras defensas se reducen, somos más propensos a enfermar.
El binomio estrés-trabajo está directamente relacionado con el bienestar emocional, no descansar de 6-8 horas diarias de manera reparadora tiene consecuencias desvastadoras.
Además, los trastornos no resueltos que se asocian con alguna experiencia traumática trae altos picos de estrés impactando en el bienestar, recomiendo solicitar ayuda especializada.
Cierro la nota con la motivación, que representa un pilar fundamental en él bienestar; encontrar propósitos entusiasmantes nos llevan a desplegar nuestros talentos y potencial para crecer e impactar positivamente en la vida de todos.
Te mando un beso inmenso TG.
IG Tona Galvaliz. FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz.
Counselor-Logoterapia-Biodecodificación- Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional