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25 abril, 2024
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Laila E. Daitter

Reflexión sobre el Día del Padre | Por Laila Daitter

Hablar de mi padre en el Día del Padre, en mi caso resulta complejo. Pensé que ni siquiera tengo una foto con él. Tengo fotos de él, sí, pero yo con él, ninguna. Nunca pude verme al lado de mi padre, ni siquiera en una foto.

No sé cómo se habrá sentido su voz, cómo habrá sido su sonrisa… No tengo idea cómo jugaba, qué hacía, ni qué pensaba. Las ideas que tengo son, más bien, creadas como un rompecabezas entre mis hermanas, mis tíos, mis tías, mi mamá, que me contaban cómo era él y cómo era yo con él, y qué hacía él conmigo.

Fue difícil construirme un padre a quien amar profundamente y de quien pensar que me amó profundamente. Fue difícil reconstruirme con una historia tremenda, como fue la historia de mi padre. Pero, sin embargo, tengo ese profundo sentimiento de protección que sentía cuando era una niña y de desprotección que sentí también cuando aún era una niña y él ya no estaba.

Por eso decidí leerles en este día del padre un pedacito de un libro que escribí justamente pensando en él:
“La muerte de mi padre había sido un misterio para mí. Desde niña había escuchado diferentes versiones y una cantidad de rumores. Cuando estaba a punto de cumplir 50 años y había desistido en la búsqueda, entonces la verdad me atropelló insolente y certera. Una mujer me contactó diciendo ‘quiero hablarte de tu padre’. Jamás pensé que lo que me diría marcaría un antes y un después en mi vida.

‘Cuando murió tu padre, yo estuve allí’, continuó diciendo la mujer de ojos azules. Comenzó a contar con lujo de detalles lo ocurrido hace 50 años. Las piezas inquietas encajaban unas con otras, sin fisuras, sin ausencias y sin lagunas.”. Del libro Poker, que escribí pensando en la muerte de mi padre, porque yo soy una de las personas que puede hablar más de la muerte que de la vida.

Porque no lo he conocido en vida pero gracias a la construcción de historias, gracias a la palabra de los demás, hoy, a los 53 años, puedo decir que pude armar un personaje, una vida de alguien que supo ser mi padre, alguien que me dejó como herencia millones de cosas, según me dicen ‘tenés su misma sonrisa, tenés su misma forma de ser, andás por la vida igual que él’.

Ese tipo de comentarios, a mí me organizan y me arman una idea de un padre que no tuve. Es por eso que hoy, en el Día del Padre, quiero decirles que los abracen, que los feliciten, que los festejen, porque están llenos de vida, porque están ahí con ustedes… O porque los han tenido y hoy ya no, pero han sido padres con ustedes.

Es decir, Feliz Día del Padre, en todo el sentido de la palabra viva que significa ¡Papá!

 

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