Las ideas de la escritora cordobesa también sirven para discutir el futuro del castellano, en épocas en las que el idioma se ve atravesado por las nuevas tecnologías.
El discurso con el que María Teresa Andruetto cerró el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española fue una verdadera lección de estilo: demostró que se pueden establecer disidencias desde el centro mismo del debate, atendiendo a temáticas que fueron abordadas en el evento, pero no planteadas desde su comienzo por los organismos oficiales.
“No debiéramos desentendernos de ciertas preguntas, aunque incomoden. Preguntas como: ¿Para qué un congreso en estas pampas sin intervención local sobre sus contenidos? ¿Es la lengua de España la misma que se habla en América? El muy diverso castellano de cada uno de nuestros países, ¿es la misma lengua española de la que el Congreso habla? Y, finalmente, porque estamos en Argentina, ¿se trata de la misma lengua que aquí se habla?”, planteó la escritora.
Su conferencia fue una defensa contundente del castellano en sus múltiples y ricas variantes, ya que no se habla igual en nuestro país que en España, de la misma forma que el castellano de Paraguay es distinto al de Venezuela, por ejemplo, aunque existan organismos que busquen estandarizarlo en vías “de un mayor crecimiento económico”.
“Cierta pretensión de uniformidad, la homogeneización que destruye lo singular o lo invisibiliza, el modo en que se ilumina la propia lengua al ver cómo toma caminos diversos”, leyó Andruetto en otro de los pasajes de su discurso.
Y si hacemos hincapié en que leyó su texto es porque su manera de leerlo –el énfasis que le puso a ciertas palabras o conceptos, sus pausas y cambios de registro– también forma parte de la experiencia, tanto de enunciación como de recepción. Su leve tonada cordobesa es en sí misma una declaración de principios en el marco de un Congreso en el que se escucharon muchas voces en los castellanos más diversos.
Estuvieron aquellos que oyeron el discurso de Andruetto en tiempo real, en el Teatro del Libertador, o bien a través de su transmisión en alguna de las otras sedes del Congreso. Pero muchos otros lo leyeron completo una vez que se difundió en la web. En las horas posteriores a su ponencia, el video con su participación aún no estaba disponible en YouTube.
Como las palabras de la narradora empezaron a tener un efecto viral poderoso en las redes, el medio Noticias Rápidas Colombia decidió subir un video en el que aparecen imágenes estáticas del Congreso mientras un software “lee” su discurso. Y allí se produjo una ironía, quizás involuntaria pero muy simbólica: la voz del programa “habla” como una mujer con acento español.
Esta curiosidad funciona como un ejemplo pertinente para otro de los debates que tuvieron lugar en el Congreso que se celebró en Córdoba: el idioma de las máquinas. Es decir, la forma en que la inteligencia artificial interpreta el castellano para escribirlo, hablarlo o traducirlo.
La mesa “La lengua de la inteligencia artificial”, integrada por el hacker español Chema Alonso y José María Álvarez Pallete (presidente ejecutivo de la empresa Telefónica) arrojó algunos datos contundentes. Por ejemplo, que para fines del siglo 21 serán cerca de 741 millones de personas las que hablarán español en el mundo, mientras que en apenas cinco o siete años más serán 780 millones de máquinas las que hablarán este idioma. “Debemos decirles a los algoritmos cuáles son las formas correctas, cuáles son los valores que queremos en internet”, planteó en un momento Álvarez Pallete.
Los problemas frente a esta situación son múltiples. Por ejemplo, pueden provenir de las intenciones por parte de las grandes corporaciones, dueñas del software encargado de manejar los idiomas en la web. Pero también de cómo funciona la inteligencia artificial a partir de recoger datos de los usuarios.
Días atrás, el tuit de una usuaria alertaba sobre cómo funciona el traductor de Google frente a algunas profesiones. Si uno escribe “the doctor”, por ejemplo, la traducción al castellano es “el doctor”, mientras que para “the nurse” traduce “la enfermera” (“the” es un artículo neutro, mientras que en nuestro idioma existen “la” y “el”). Se supone que el traductor de Google basa sus resultados en los textos que encuentra en internet, de modo que, en una traducción, estadísticamente hay más probabilidades que “the doctor” sea “el doctor” (si uno omite el artículo, el traductor sí ofrece la posibilidad de elegir “doctor” o “doctora”).
Fijaos como traduce Google el artículo neutro de inglés a español basado en la profesión. pic.twitter.com/ybKWUbA9b6
— julia (@juliawga) March 28, 2019
Por esta clase de problemas, la cuestión de género también necesita ser discutida en encuentros como el Congreso Internacional de la Lengua Española. De no ser así, se corre el riesgo de la estandarización de un idioma, como bien planteó Andruetto, y ya no sólo por parte de entidades oficiales, sino de las máquinas, que no tan de a poco también parecen encontrar su propia voz.