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VIVIR PLENAMENTE
Editoriales

Editorial – Domingo 19 de julio de 2015

[dropcap]H[/dropcap]onrarás a tu padre y a tu madre, es el cuarto Mandamiento de la Ley de Dios y el primero de los mandamientos, dirigidos al prójimo. Este Mandamiento creo que existe en todas las religiones y sobre todo en las culturas ancestrales. Las más antiguas civilizaciones, tenían consejos de ancianos, que eran los que promulgaban las leyes e impartían la justicia, así demostraban el gran respeto y consideración que tenían a las personas mayores, sin ir más lejos, podemos leerlo inclusive en los relatos de nuestros pueblos originarios.

Y en consecuencia, los padres llegan a una edad y a condiciones físicas, que tienen que ser cuidados, quieran o no, incluso para evitar males mayores e irreversibles.

Los hijos (para graficar) llevamos una vida en ascenso en todos los planos: familiar, profesional y social, pero la de nuestros padres es en descenso, en casi todos los sentidos. Estamos inmersos en una  sociedad donde todo ocurre muy rápido, en muchas ocasiones nuestros  padres quedan desplazados, antes o después de la vida familiar y social, por diversos motivos reales y muy difíciles de asimilar. Por lo que es nuestra obligación de hijos, evitar a toda costa ese desplazamiento o por lo menos atenuarlo, con atenciones y cuidados.

Los padres llegan a tener: carencias de salud,  alimentación, económicas, de compañía familiar, se sienten solos, desplazados, y reitero desplazados de: las relaciones humanas, de relaciones con los diversos estamentos de la  sociedad y en particular del Estado, porque se les complica ir a pagar los Impuestos, manejarse con los bancos, servicios públicos teléfonos, agua, etc. También aparecen las limitaciones de vista, oído, habla, movimientos, etc. Esas carencias, se van incrementando, en muchos casos, a medida que la edad avanza.

Los hijos debemos estar muy pendientes de los primeros síntomas, de lo que les va ocurriendo, para encontrar y poner en práctica los remedios, que los ayuden a eliminar o disminuir esas dificultades, para evitar las institucionalizaciones, el  de llevar a nuestros seres queridos a un geriátrico.

 Y sí no hay otro remedio,  porque el deterioro físico es muy avanzado y no sé tienen los recursos necesarios para cuidarlo en casa, hay que ocuparse de visitarlos asiduamente, preocuparse por ese papá o mamá que nos cuido, nos cambio los pañales, nos mando a la escuela, nos limpio la nariz, etc. Y no dejarlos tirados a la buena de D-os como si esa persona fuera descartable…

Existe una responsabilidad moral y afectiva que siempre debemos tener presente, honrar a nuestro mayores hasta el último de sus días. Los hijos vivamos en la casa paterna o fuera de ella,  aunque tengamos formada nuestras propias familias, tenemos que ser responsables de las obligaciones morales, familiares y cívicas que tienen nuestros padres, ya que ellos es su momento  nos dieron todo lo que necesitábamos, para llegar donde hemos llegado hoy. Debemos demostrarles que estamos agradecidos, dejando de lado  los malos momentos pasados, si es que los hubieron.

Los geriátricos al igual que las escuelas y guardería no son depósitos de personas, necesitan de nuestro compromiso, acompañamiento  y control.

Hagamos que los últimos tramos de la vida de nuestros seres queridos, sean lo más pleno posible.

Bienvenidos.

Hasta el próximo domingo. 

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Marita

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