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28 abril, 2024
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Cuidadores familiares: “la oportunidad de una conexión profunda”

En el marco de la jornada para Cuidadores Familiares y/o allegados: ¿Cómo cuidamos a quienes cuidan? La Lic. Rosa Aizen, integrante del Área de Bienestar Integral del Ministerio de salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, comentó a este medio algunas estrategias de autocuidado, y la importancia de comprender la situación por la que atraviesan tanto la persona cuidadora, como quien es cuidada.

Ayer, lunes 29 de noviembre, se realizó un Zoom destinado a “cuidadores familiares”, término que hace referencia a las personas que están al cuidado de personas mayores dependientes. Rosa Aizen, explicó que generalmente es la familia quien se hace cargo de estas tareas, exceptuando casos de accidentes graves o de que la persona en cuestión no posea un allegado que pueda hacerse responsable.

Agregó que normalmente “las dependencias que plantean las enfermedades que padecen los adultos mayores son dependencias progresivas, que van aumentando en complejidad”, lo que implica en algunos casos que el/la cuidadora deba trasladarse a la casa del adulto mayor, o viceversa.

Incluso hay situaciones en la que carga horaria se duplica, lo que deriva en dejar sus trabajos habituales para dedicarse por completo a la tarea de cuidado, o situaciones donde algunos hermanos se aglutinan “poniéndose en juego emociones muy intensas en todo lo que tiene que ver con la dependencia”.

La licenciada detalló que “más allá del esfuerzo físico que implica el cuidado, porque hay que poner el cuerpo, el agobio de esta tarea que va en aumento genera lo que llamamos la Sobrecarga de los Cuidadores, Cuidadoras”.

“Muchas veces llega el momento en que la familia ya no puede hacerse cargo sola por el nivel de complejidad que el cuidado tiene, entonces se contrata a un cuidador o cuidadora que le pueda aportar el gobierno de forma gratuita o por vía privada, aliviando al cuidador. Pero en la mayoría de los casos, si las obras sociales no la proveen, la sobrecarga queda en la familia”.

Y en todos los casos, el cuidado implica desde la asistencia mínima hasta la sustitución, en todo lo que son las funciones y actividades cotidianas, tanto las básicas como las complejas.

Gentileza

“Las personas cuidadoras comienzan ayudando en actividades complejas de la vida cotidiana como pedir un turno, acompañar al banco, llevar al médico, etc. Pero a medida que la dependencia aumenta, ya se va haciendo necesario intervenir en las actividades de la vida cotidiana más básicas como el desplazamiento, la higiene, la alimentación”, ejemplificó Aizen.

A ello le sumó la complejidad de los casos en que las personas a cuidar tienen una condición psiquiátrica, donde incrementa el tiempo no solo al cuidado sino todo a su alrededor, el dinero que se debe invertir, y la sobrecarga emocional, donde “a veces cuando la persona se descompensa, es soportar las agresiones, malhumores, y en ocasiones no solo es de la persona que debe ser cuidada, sino también de quien cuida”.

“La persona que debe ser cuidada no le gusta ser cuidada y esto en general sucede así porque vivimos en una sociedad que valora fundamentalmente el tema de la independencia, no nos preparan para ser cuidadas cuando somos mayores y dependientes”, explicó Rosa Aisen al tiempo que comparó el caso de los niños, donde “nos preparan amorosamente para el cuidado de otros que nacen, que es como la subsistencia de la especie”, produciéndose así una situación de desvalor entre uno y otro.

De la misma forma, mencionó especialmente los casos en que las personas padecen de Alzheimer, donde no solo van perdiendo la autonomía física sino también la mental, “y esto requiere un desafío por parte de su familia, de tolerar el dolor que significa ver a los familiares dependientes en esa situación, y en esto hay que dar mucha ayuda a quienes cuidan para que puedan gestionar lo que a veces es tristeza, enojo, el miedo de no estar cuidando bien y el temor de dañar. Hay muchas emociones que se ponen en juego”.

Recomendaciones

Frente a estas situaciones, la Licenciada, Psicóloga y Trabajadora Social, Rosa Aizen, manifestó que una de las acciones a realizar es intentar no sobrecargarse innecesariamente, “siempre averigüen que es lo que la persona mayor puede hacer por sí misma, promuevan esta autonomía e independencia porque mejora mucho la autoestima de la persona mayor. Que sea un acuerdo entre ambas partes, siempre respetando la autonomía. Que el hecho de cuidar no signifique ejercer el poder”.

Lo siguiente, y esto es fundamental, es buscar ayuda. “Cuando se sientan sobrecargados no ejerzan maltrato por la situación, ni sobre otros ni sobre sí mismos, porque la tendencia natural al ser sobrepasados conduce a actitudes de maltrato hacia a quien se cuida o actitudes de maltrato hacia uno mismo”.

“Siempre averigüen que es lo que la persona mayor puede hacer por sí misma, promuevan esta autonomía e independencia porque mejora mucho la autoestima de la persona mayor”.

Entre las otras recomendaciones incluyó la meditación; tomarse espacios propios “acordando con familiares que remplacen por un rato cuando se está muy sobrecargado, como salir a caminar, parte del autocuidado es separase por un rato cada día de la escena del cuidado”.

No creer que se puede hacer solo esta tarea, sino que en la comunidad hay voluntarios, dentro de la familia se puede pedir ayuda. Y estar atentas a las demandas del cuerpo, a las señales del cuerpo para ir descansar”.

Por último, Aizen destacó que la tarea del cuidador no implica solamente una sobrecarga, sino que también tiene aspectos muy positivos. “Es una oportunidad de una conexión profunda con la persona que cuidamos, de sanación de un vínculo a veces”.

“El poder cuidar a una persona es una oportunidad de crecimiento, de evolución, de poder conectarse con l0 más profundo de uno y de la otra persona”.

“Hay algo que tiene que ver con el dar, cuidar, y que a veces no está fundado en un intercambio, que genera como una amplitud de corazón y conciencia. La generosidad hace mejor a quien lo ejerce, que al otro que la recibe, es algo que da satisfacción. Por eso hablaba de la posibilidad de sanar un vínculo con toda la complejidad que implica”.

“Desde el punto de vista emocional, es una temática muy compleja, de ahí hay que tratar de sacar los nudos para que sea lo más satisfactorio posible para ambos”, concluyó.

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