El 8 de agosto fue el Día Internacional del Gato, y Felicitas Barboza, rescatista de Pequeños Peludos, conversó con Vivir Plenamente sobre el trabajo que realizan y las maneras en que se puede ayudar a que más gatos y perros que necesitan ayuda puedan ser asistidos.
Felicitas contó que todo comenzó cuando tenía diez años, con una primera gata que tuvo “por casualidad”. “Tenía una vecina que ya no quería su gata y la adopté. Al principio, lo hice sola, y hoy en día, formamos un grupo de chicas que también rescatan. Yo estoy con los gatos, ellas con los perros”, contó. Y sobre su preferencia por los felinos, explicó que se debe “más que nada por una cuestión de espacio”. “Si una vive en un departamento y trabaja todo el día, no te consume el mismo tiempo que un perro. Un gato es más independiente”, precisó.
“Los gatos callejeros son muchos, no se los ve tanto como los perros, porque se esconden. Es más probable que un gato tenga un accidente, que un perro. No solo porque le puede chocar un auto, sino porque le pueden agarrar perros que detestan los gatos. La vida en la calle es más difícil y es menos probable que sobrevivan, además son más miedosos”, explicó Felicitas, ya que si hay un perro callejero en la cuadra y se le pone comida, ellos son más sociables, los gatos son más miedosos. “La supervivencia es más difícil”, remarcó.
Tengo muchos adoptantes que tienen hijos y me dice que se forman vínculos de hermanos. Lo mismo con las personas mayores que están solos mucho tiempo, este animalito se vuelve su compañerito.
En redes sociales pueden encontrarlos como Pequeños Peludos Corrientes, donde comparten las fotografías en Historias. “No tenemos un espacio físico, sino que la gente nos pide auxilio por un perro o un gato, y ahí comenzamos a pedir en redes sociales, depende de la suerte de cada animal que aparezca una persona que diga ‘yo tengo espacio, yo lo puedo tener’ y ahí dialogamos con esta persona que puede ser de tránsito. Es decir, que esta persona le brinda un lugar donde pueda estar resguardándose, hasta que sea atendido por un veterinario o consiga hogar. Una vez que ese tránsito concluye, se libera espacio para otro”, detalló.
Y aclaró que “la adopción tampoco es ‘quiero un gato y traémelo’, somos muy responsables y a veces ocurre que hay gente a la que le encantan los animales, pero no tienen el tiempo o el dinero para solventarlo”. “Si adoptas un perro o un gato, yo les digo que es como adoptar un hijo, porque necesitas plata para la comida si o si, y si enfermó, empezó a vomitar o tiene fiebre, lo tenés que llevar al veterinario. Los gatos son mucho más sensibles, no podés esperar a lo último. Si tu hijo tiene fiebre, no podés esperar 15 días a que empeore. Puede morir. Son detalles ir filtrando al buscar un adoptante”, comentó.
Respecto al misticismo en torno a los gatos, dijo que hay “noticias de chicos con algún tipo de discapacidad o miedo, que lo van venciendo con un compañero, ya sea un perro o un gato”. “Tengo muchos adoptantes que tienen hijos y me dice que se forman vínculos de hermanos. Lo mismo con las personas mayores que están solos mucho tiempo, este animalito se vuelve su compañerito. Se forma un vínculo positivo, llegás de afuera con toda la mufa y está ahí el gato haciendo alguna payasada o un perro moviendo la cola, ayuda”, afirmó.
MANERAS DE AYUDAR
Sobre las maneras de ayudar, contó que las principales son los aportes en dinero y de tránsito, ya que no cuentan con un vehículo propio. También, si una persona tiene tiempo disponible, puede ofrecerse para acompañar a las chicas al ir a buscar a perros y gatos que se encuentran en baldíos. “Vivimos con donaciones, del Estado no recibimos nada. Lo que sea alimentos, medicamentos y veterinaria, todo es dinero y todo es gracias a la ayuda de la gente”, concluyó.