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5 mayo, 2024
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Tona Galvaliz

“Las 5 heridas de la infancia” por Tona Galvaliz

Existen cinco heridas en la infancia que van alimentar ciertos aspectos fundamentales de la vida adulta, como son los esquemas mentales, la forma de sentir y la forma de actuar ante ciertos eventos concretos.

Heridas que dan explicación a gran parte de las conductas, emociones y pensamientos patológicos de la vida adulta, heridas que nos dejaron una huella y una influencia que no se borrará hasta que no sea identificada, aceptada y sanada.

Una herida emocional se detecta por el mecanismo de defensa o máscara que activa, provocan reacciones automáticas y no dan lugar a una respuesta consciente, producen dolor, insatisfacción y desequilibrio emocional, psicológico y vital.

Las heridas de la infancia se transforman en trauma cuando se convierten en: rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia.

Lise Bourbeau en su libro “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo”, habla de las cinco heridas de la infancia, y desde el enfoque de esta autora las heridas van apareciendo en el transcurso de la vida, añadiendo las máscaras que surgen a modo de protección de cada una de las heridas:

  1. Rechazo (Huidizo)
  2. Abandono (Dependiente)
  3. Humillación (Masoquista emocional-mental)
  4. Traición (controlador)
  5. Injusticia (rígido)

 La herida del rechazo: quien la sufre se siente rechazado en su interior y a su derecho a existir.

La defensa o mascará que activará la persona con esta herida será la de mostrarse huidiza, y pasar desapercibido.

No suele sentirse merecedora de cariño y huye cuando alguien lo ame por temor a sentirse agobiado.

Las personas con esta herida suelen ser perfeccionistas, intelectuales y desapegados de lo material. Se sienten carentes de valor y buscan la soledad. No enfrentará los hechos queriendo evitar problemas.

La herida del abandono: surge a raíz de sentir la carencia de muestras de afecto, especialmente con el progenitor del sexo contrario.

 La máscara que protegerá a esta persona será la dependencia. El mayor temor para esta persona es la soledad e intenta evitarla a toda costa.

Muestra rasgos de víctima, con dificultad para tomar decisiones. En su dependencia soportara situaciones indeseables por no quedarse sola o solo.

La herida de la humillación: tiene que ver con la carencia de libertad y la sensación de humillación debido al control del progenitor, se avergüenza de sí misma y de los otros o teme avergonzarles, persona hipersensible.

La máscara detrás de la que se esconderá será el masoquismo. Buscará la satisfacción, e incluso el placer, sufriendo. Volverá a buscar la humillación la mayor parte de las veces. Conoce sus necesidades, pero las ignora. Controla a los demás para evitar la vergüenza.

El mayor temor es la libertad, no sabe autorregularse.

La herida de la traición: surge a raíz de la pérdida de confianza o expectativas no satisfechas en la conexión con el amor o la sexualidad.

También tiene que ver con manipulación sufrida. El niño siente que es necesitado por los padres y desea hacer todo lo posible para que estén bien, sobre todo el progenitor del sexo contrario.

Lo que más teme es la separación y la negación.

La máscara de la persona con herida de traición es el control. Usa este mecanismo de defensa para asegurarse de que mantendrá sus compromisos, para ser fiel y responsable o para garantizar que los demás actúen igual.

Miente a menudo. Es manipuladora y seductora. Impaciente, intolerante, con muchas expectativas y cree tener siempre la razón. No muestra vulnerabilidad y le cuesta confiar en los demás.

La herida de la injusticia: La sensación de injusticia se da por no poder integrar bien la individualidad y no poder expresar ser nosotros mismos. La persona con esta herida sufre la injusticia principalmente por parte del progenitor del mismo sexo, que se muestra frío, es severo y critica con frecuencia al hijo.

Esta persona mantiene un carácter perfeccionista y envidioso. Actúa para destacar y ser perfecta. Dinámica y optimista. Dificultad para pedir ayuda y para recibir. No admite tener problemas. Se exige y se controla mucho. Le gusta el orden. Rara vez se enferma. Es fría y le cuesta mostrar afecto. De apariencia sensual.

Su mayor temor es la frialdad. Le cuesta aceptar su propia frialdad y la de los demás. Hace todo lo posible por mostrarse cálido, cree que en realidad es afectuoso y no se da cuenta que los demás le perciben frío. Se considera también una persona sumamente justa y armoniosa. Es fiel con sus amigos, aunque es percibido como seco y tenso.

En la próxima nota abordare como sanar estas heridas.

Te mando un beso inmenso TG. 

IG Tona Galvaliz. FB/LinkedIn.  María Antonia Galvaliz.

Counselor-Logoterapia-Biodecodificación-

Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional.

 

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