Días atrás, el diario Clarín titulaba, “Coronavirus en la Ciudad: en los geriátricos piden que empiecen los testeos y hay alarma por los pacientes asintomáticos”.
Silencioso, sin dejar evidencias a su paso, sin dar pistas. El coronavirus ingresó a una residencia para adultos mayores en Recoleta y contagió a 37 personas; 30 de ellas, pacientes, el resto, trabajadores y trabajadoras del establecimiento. Sólo dos manifestaron síntomas leves. El resto, nada. Ni fiebre, ni tos seca, ni dolor de garganta. Esta cantidad de asintomáticos es lo que perturba a las familias, a los pacientes, a los profesionales médicos y a las autoridades de los geriátricos. Cómo hacer para detener el contagio cuando no se cuenta con testeos o hisopados.
Desde la Defensoría del Pueblo de la Ciudad siguen el tema de los testeos desde el minuto cero del “aislamiento social preventivo y obligatorio”. Especialmente teniendo en cuenta la vulnerabilidad de los adultos mayores y el desastre que causó el virus en las residencias españolas e italianas, en donde no se hicieron testeos masivos.
“Estamos en contacto permanente con el ministro de Salud porteño y entendemos que se están haciendo controles a los geriátricos -señala Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad por parte de la Defensoría del Pueblo porteña-. Pero sabemos también que no es suficiente con tomar la temperatura de los trabajadores o de los residentes. El porcentaje de asintomáticos es enorme, entonces no basta con verificar si tienen fiebre. Hay que tener en cuenta que cuando aparece un caso, significa que tenés el geriátrico tomado. Los casos que salieron a la luz, dejan esto en evidencia. Por el momento, sucedieron en residencias “chicas”, donde la población no es mayor a 50 adultos mayores. Pero hay establecimientos mucho mas grandes”.
Semino también advierte sobre un problema que se genera cuando los geriátricos son evacuados: “Hay graves problemas para reubicar a los ancianos que luego son dados de alta, o bien porque el geriátrico está cerrado o porque no admite reingresos. Los traslados de un lado al otro influyen muy negativamente en los pacientes”, explica.
Para el defensor, el costo de los test no debe ser evaluado como un insumo más: “¿Son caros? ¿Son baratos? Hay que tener una visión humana, no monetaria. Pero aún si tuviéramos una visión monetaria entenderíamos que son más baratos que el costo sanitario que genera no sólo la muerte de una persona, sino el traslado y la internación”, concluyó.