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21 noviembre, 2024
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Salud y Bienestar

La importancia de la lectura en el adulto mayor

[dropcap]L[/dropcap]a actividad mental es primordial para mantener las funciones intelectuales en la tercera edad.

Un análisis representativo acerca de calidad, comprobó que leer es una medida protectora del bienestar mental de los adultos mayores ya que disminuye sus niveles de estrés, al observarse que la lectura opera como una herramienta que combate los sentimientos de ansiedad, angustia, soledad o nerviosismo.

Ser un lector frecuente también previene el deterioro cognitivo, porque requiere el ejercicio de distintas zonas del cerebro. Las asociaciones, la transformación de elementos lingüísticos, la comprensión de ideas y en funcionamiento de la memoria para mantener la información son funciones mentales que se utilizan al leer.

Asimismo, esta actividad también aporta flexibilidad. Un adulto mayor, por lo general, lleva una vida con una menor cantidad de estímulos externos, lo que genera un ensimismamiento y una percepción de que las preocupaciones personales son mucho más severas. De esta manera, la lectura entrega nuevos estímulos, donde las personas se ven inmersas en contextos planteados por el autor. De forma virtual, se conocen otras situaciones y formas de solucionar problemas.

Por otra parte, se promueve la creatividad y la imaginación ya que, a diferencia de la televisión, el producto debe procesarse. Las palabras están relacionadas a una imagen que puede ser diferente para cada lector.

Si hay un tema de interés específico, los especialistas recomiendan comenzar por alguna historia simple, que contenga fundamentalmente emociones positivas.

En cuanto al mejor momento del día para leer, se aconseja hacerlo en las horas de la mañana, debido a la mayor luminosidad. Es importante encontrar un momento de tranquilidad, ya que al inicio no es simple concentrarse. Los textos deben ser con letra grande, y no contar con muchas páginas. El ritmo debe ser lento, ya que la frustración puede llegar rápido.

La lectura se hace en intervalos, considerando el ritmo de lectura de cada persona. Cuando la concentración culmina, hay que dejar la actividad por un rato. Lo ideal es leer un par de páginas diarias, más que obligarse a permanecer dos horas con un texto sin volver a retomarlo en varios días más. La constancia hace que esta acción se convierta en un hábito y se asimile como una rutina en la jornada.

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