El programa ofrece alrededor de 2.600 espacios de aprendizaje diferentes a lo largo del país en 40 universidades nacionales, entre los que se encuentran historia argentina, educación financiera, género y disidencias y educación ambiental.
Desde descubrir un talento oculto hasta tener ganas de terminar el secundario o comenzar la universidad, son algunas de las experiencias que impulsaron los talleres brindados por el programa Universidad Para Adultos Mayores Integrados (Upami) a personas mayores, quienes aseguran que “a esta edad tenemos que hacer lo que queramos”, y afirman, en chiste, que “las obras sociales pierden plata con esto”.
“A esta edad tenemos que hacer lo que queramos. El poco o mucho tiempo que vamos a vivir: aprovecharlo. Ahora que no tenemos los nenes para cuidarlos, ni los nietos porque ya son grandes”, dijo a Télam Mirta Bernardotti, una de las estudiantes del programa, desde la localidad bonaerense de Libertad, ubicada en el partido de Merlo, y a cinco meses de cumplir 80 años.
Upami es una plataforma educativa destinada a personas afiliadas al Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI) para que puedan realizar cursos y talleres de forma gratuita y sin la necesidad de tener estudios previos.
Su objetivo es promover “el crecimiento personal, la mejora en la calidad de vida y hacer efectiva la igualdad de oportunidades educativas para el desarrollo de valores culturales y vocacionales”, asegura el instituto que conduce Luana Volnovich.
La experiencia en primera persona
A Mirta le hubiera gustado ser bailarina, pero por razones “patriarcales” no pudo serlo: “Mi papá no me dejó estudiar el secundario. Los que tenían que estudiar eran los varones. La mujer tenía que ir a la cocina con la madre, lavar la ropa y planchar. No me dejaron aprender”, contó a esta agencia. En los años en los que finalmente cursó la escuela secundaria, que fueron desde el 2013 al 2015, obtuvo 9,47 de promedio y no faltó “ni un solo día”.
Para ella, “no importa la edad que tengas, podés tener 30, 50, 90 años y podés seguir estudiando” porque “siempre hay algo nuevo para aprender”. Sus palabras las experimenta “en carne propia”: en Upami ya realizó “un montón de cursos”, entre los cuales se encuentran teatro, informática y manejo del celular, mientras por fuera del programa realiza, además, talleres de arte y participa de un coro.
En este sentido, se dedica a derribar prejuicios asociados a las personas mayores con humor desde que abrió -a partir de una propuesta de su nieto durante la cuarentena- la cuenta de TikTok @laabuelahippie donde actualmente tiene cerca de 350 mil seguidores y cuyo universo se expandió a las plataformas de YouTube e Instagram. “Algunas personas creen que no sabemos o que no aprendemos nada y que hacemos macana. No es así”, aseguró.
Entre los alrededor de 2.600 cursos que brinda Upami a lo largo del país en 40 universidades nacionales se encuentran historia argentina, educación financiera, género y disidencias, educación ambiental, nuevas tecnologías y computación, canto y ciencias, entre otros. La economía y las finanzas fue a lo que se dedicó profesionalmente a lo largo de su vida Elsa del Carmen Ramírez, una mujer de 73 años de Florencio Varela que llegó a Upami en 2012 buscando un taller de arte.
“Yo vengo de las ciencias económicas, nada que ver con el arte. Pero siempre me había quedado pendiente hacer algo al respecto porque me daba cuenta de que tenía capacidad para dibujar. Además era el momento de dedicarme a mí, ya jubilada, y hacer lo que me gustaba”, contó a Télam. Como no había gente inscripta en el taller de arte al que Mirta religiosamente se anotaba, una trabajadora del programa le propuso anotarse al de radio: “Me anoté y también en escritura creativa. Entonces en el taller de radio leía lo que había escrito. Ahí me enganché y nunca más dejé la radio”, recordó.
En el programa “Bien de abajo”, emitido por la frecuencia 94.7, “La Sabrosita”, que conduce junto a Osvaldo Aguilera, su colega de 82 años, tratan “temáticas sociales” e incentivan a su público a que estudien, si está en sus posibilidades.
Hace algunos años pudo cursar, finalmente, el taller de arte y a raíz de eso se dio cuenta de que “tenía una habilidad impresionante”: con sus obras ganó premios tanto locales como en otros lugares del país y este año la impulsaron a comenzar el profesorado de Arte en la Escuela de Arte “República de Italia” (Eari), de Florencia Varela.
“Hago cosas que ni me imaginaba. Los talleres me hicieron reconocer que tenía cosas guardadas que no las había exprimido nunca”, expresó. La vida no deja de sorprenderla: así como hace cinco años llevó a su marido, Mario Romero, a que se sume al taller de Historia, esta vez él la invitó a uno sobre sexualidad.
“Nosotros fuimos criados donde esas formas no se hablaban, no se decían. Ni siquiera se nombraba a las diferencias entre una persona y otra con nombres específicos, se ponía cualquier nombre. En el taller te hacen ver que hay muchas cosas que vos sabés, solo que tienen otro nombre. De esta manera muchos logran aceptar, por ejemplo, que sus nietos tengan otro género del que creen que tienen que tener”, contó.
“Callate mamá porque vos no sabés” o “no digas eso porque ahora no es así”, son algunas de las frases que reciben personas mayores en su cotidiano que desacreditan sus conocimientos, compartió Elsa con esta agencia. “Acá en los talleres a nadie se margina ni aparta. Todo el mundo participa y se valora mucho la experiencia que tiene. Uno se da cuenta de que saben un montón de cosas que ni ellos reconocen como un conocimiento. Eso se aprende en el interactuar con el otro”, dijo.
Para ella, “las obras sociales pierden plata con esto” -bromea- porque “ya no se ocupan de las ñañas, de que me duele el dedo gordo, la ciática, acá, allá: tienen presentes otras cosas. Se arreglan y se van de la casa a juntarse con sus amigos”.