Buscando seguridades y certezas, estamos condicionados por un miedo sobredimensionado, dejando en manos de otros nuestro poder y responsabilidad para dar respuestas creativas en libertad.
El miedo es una emoción evolutiva cuya finalidad es alejarnos de peligros para conservar la vida, fomenta la precaución y prudencia en la acción.
Pero los discursos, propagandas y medios, permanentemente “nos inoculan el veneno del miedo”, formando opinión, contándonos “que el mundo es horrible, espantoso e inseguro, que ya no hay nada que podamos hacer para que el planeta sea un lugar mejor y más humano, diciéndonos a modo de veredicto que nada depende de nosotros, que no podemos confiar los uno de los otros, que estamos atrapados y sin salida”.
Repitiendo siempre lo mismo; mostrando situaciones dramáticas, de carencias, de injusticias, problemas sin soluciones, fomentando malestar, insatisfacción, divisiones, arengando violencias e inseguridad.
Paso a paso, vamos perdiendo nuestro empoderamiento, nuestra libertad interior, nuestra confianza, tranquilidad y estabilidad, convirtiendo nuestra mente en una cárcel llena de miedos.
A partir de nacer hasta hoy día, nos decimos y escuchamos: ¡No!, en un 95%; y un 5%, ¡Sí! ¡Muy bien!, ¡Felicitaciones! Condicionados para que el 95% de las decisiones que tomamos se geste en el inconsciente desde el miedo.
Cuando estamos atrapados por el miedo paralizante, vivimos con mecanismos defensivos, percibiendo amenazas y peligros por doquier; generando déficit en nuestra capacidad de vivir con coraje, valentía y confianza.
Por eso al miedo hay que mirarlo de frente, cara a cara, porque el miedo está en nuestra mente, es un constructo mental; con esto quiero decir que lo construimos, lo creamos, sobredimensionamos.
De esta manera, hay sufrimiento y dolor por vivir la vida que no se desea, una vida desde la oscuridad, sin poder ver la belleza que existe y el lado luminoso de las cosas, la grandeza que somos, las soluciones y posibilidades.
Para salir de esta autoprisión mental, es necesario hacer un stop y:
Cuestionar juicios propios y ajenos
(juicios limitantes, reduccionistas, distorsionados, tomados como afirmaciones válidas y verdaderas).
Lo que importa en la práctica de nuestro vivir no son los hechos, sino cómo los interpretamos y qué hacemos al respecto.
Porque en base a nuestros juicios creamos el tipo de realidades, accionamos o nos paralizamos y coordinamos acciones específicas con otros para diseñar un tipo de mundo y circunstancias.
Preguntas importantes: ¿Cómo son tus juicios mentales?; ¿desde el miedo y competencia o desde las posibilidades, la confianza y co-creacion?
Cuestionar apegos indeseables e insatisfactorios hacia personas, cosas y situaciones.
El cambio de paradigmas, de modelos, de perspectivas con poder de transformación poderosa asusta, da miedo lo desconocido y considerar nuestra grandeza personal.
¿Escuchaste alguna vez decir a alguien: “¡Confórmate, esto es lo que hay!”?
Muchas veces nos sentimos cómodos en cierta incomodidad, apegados al malestar.
En muchas circunstancias, nos hemos acostumbrado a vivir mal, porque eso malo conocido da seguridad, creyendo que es la única realidad posible.
Resignación total para ir por oportunidades, posibilidades nuevas, soluciones y alternativas. Suelta apegos que te roban vida.
Cuestionar la infravaloración y desvalorización personal.
Lo que creemos creamos. Los límites están en la mente.
Cuando nos dicen o nos decimos: “¡No vas a poder, no lo intentes!”, “¡Es imposible!”, “¡No sabes!”, “¡No sirves!”, “¡No eres capaz!”, “¡No mereces lo mejor!”, heridos en nuestra estima y confianza personal, nos vamos desconectando de nuestra grandeza interior, nuestro merecer lo mejor, desvaneciendo nuestro poder, capacidades, talentos, ilusiones y sueños por comprar esa idea de incapacidad.
Cuestiona esos juicios y creencias. Puedes ser y hacer lo que te propongas.
Hace más de 3.000 años los sabios decían “Conócete a ti mismo”.
El autoconocimiento es clave para llevar una vida próspera, de abundancia, tranquila y feliz.
Sal de tu esclavitud y prisión. Córrete del autoengaño, de la carencia, del victimismo, de justificar que no es posible y que la culpa la tiene el otro.