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19 marzo, 2024
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Lourdes Bermejo: “En una sociedad diversa, la forma de envejecer es plural”

Gerontóloga, pedagoga, vicepresidenta en la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, educadora social… Las facetas de Lourdes Bermejo en el mundo de los mayores y dependientes son tan amplias como perfiles presentan estas personas a las que ha dedicado su vida. Hablamos con ella para que nos cuente más cosas de su trabajo y de un sector imprescindible para atender con humanidad a quienes más nos necesitan.
¿Qué es Bermejoi+?

En una agrupación temporal de profesionales para desarrollar un proyecto europeo de creación de un material didáctico y audiovisual para difundir cómo se puede tratar a las personas con deterioro cognitivo en fases iniciales desde lo que denominamos Atención Centrada en la Persona.

Como pedagoga que soy sabía que había que crear un material diferente para difundir un mensaje nuevo, se tituló: ‘Tengo un plan, vivir bien con problemas de memoria’. Y para crearlo que me rodeé de mi propio equipo.

Son diversos productos: tres guías y hojas de ruta imprimibles y nueve piezas audiovisuales con un mensaje, contenido y estética específica para ayudarnos a cambiar la mirada y sensibilizar a la población en general y de los profesionales en sesiones de capacitación. Todo el material es libre y esta disponible en Internet.

Entonces formas a profesionales del sector.

Mi idea es influir en la sociedad para que las personas mayores tengan más calidad de vida, es decir, más y mejores oportunidades para un envejecimiento activo, satisfactorio y feliz.

¿De quién depende esto? Si las personas mayores viven en instituciones, serán los profesionales quienes van a favorecerlo o no, por lo que tendremos que trabajar con ellos. Si viven en su casa, habrá que hacerlo con sus allegados, su familia y con la comunidad. Y si podemos influir en políticos, capacitando a quienes toman las decisiones, desarrollan normativas o quienes las aplican (como los inspectores de servicios sociales), con quienes estoy trabajando ahora. También trabajo con las propias personas mayores con programas de empoderamiento y participación comunitaria.

¿Cree que los jóvenes están concienciados de que los mayores se sienten solos?

Hay muchas personas mayores que no están solas. Aunque la soledad no deseada es un problema y afecta a un grupo de personas mayores, hay otras muchas personas que o no están solas o que lo están porque quieren. El problema son las personas que están solas no queriendo estarlo, ello es un problema para la sociedad. Yo creo que habría que indagar y trabajar en el ámbito familiar, favorecer la sensibilidad y solidaridad en el entorno más próximo, para apoyar, colaborar y ayudar a los miembros de la familia que están en mayor dificultad; no siempre van a ser los mayores.

Además, habría que abordar al entorno social. A veces, hay personas jóvenes que hacen voluntariados con personas a las que no conocen y no hemos facilitado que estén más cerca de sus propios familiares. Hay que construir una sociedad en la que hablemos más de interdependencia, de que dependemos unos de otros. Sería bueno que habláramos de ser más solidarios en todas las edades. Como pedagoga y gerontóloga, hay que hacer un esfuerzo de sensibilizar a las personas de todas las edades, también en los colegios. Hay entornos de convivencia y relación que intentan ser inclusivos y solidarios, pero hay falta aún mucho por lograr.

En la sociedad a la que vamos, con cada vez más personas mayores, algunas con dificultad de movilidad y/o con deterioro cognitivo, necesitamos una sociedad más amigable con unos ciudadanos más solidarios y sensibles.

¿Hay edadismo en España?

Sí, sin duda. Hay edadismo porque hay discriminación hacia las personas mayores en muchas esferas: como consumidores, como usuarios de servicios, como clientes frente a un bancario, vendedor, un notario, un médico…

Cuando la persona es bastante mayor y va acompañada de una joven, hay una tendencia demasiado frecuente a informar a la joven y a enfocar todo a ella. Hay investigaciones que demuestran que la cantidad e intensidad de cierta información sanitaria que se da se simplifica a medida que se es más mayor. Hay un edadismo implícito en pequeños gestos cotidianos.

¿Es una herencia social?

Yo creo que es una discriminación cultural en la que se mezcla una especie de paternalismo con una minusvaloración del otro porque tiene muchos años. Indudablemente, hay personas mayores que pueden tener alguna dificultad, pero muchísimas de las interacciones que hacemos con ciudadanos mayores son con personas que no tienen ninguna dificultad y se habla más despacio o se simplifica el contenido. Hay muchos estudios sobre roles y desempeños en diversas profesiones, está mucho más investigado, de hecho, en otros países.

Trabaja con personas con diagnóstico precoz de demencia. ¿Cómo se podría mejorar la atención a estas personas con los recursos actuales?

Las personas que empiezan a tener fallos de memoria y acaban siendo diagnosticadas de una enfermedad neurodegenerativa están en una situación de altísima vulnerabilidad personal, con un alto sufrimiento. SI bien a algunas personas a las que se dice un diagnóstico así puede que el propio deterioro no les haga comprenderlo, otras sí lo comprenden y sufren, pues tienen el nivel cultural para comprender verdaderamente a lo que se enfrentan y lo que que les va a suceder. Apoyar a la persona en ese mismo momento para acompañarla y que pueda tomar por anticipado las decisiones que desee, es clave.

El programa que hice, del que hemos hablado, es porque he vivido muy cerca esta situación; y hay un estigma hacia estas personas hasta el punto de que mucha gente no comparte el diagnóstico con amigos o allegados porque saben que dejarán de llamarles ‘porque no sé cómo tratarle’. Hay muchas posibilidades de que no sepan cómo acompañarle y que incluso dejen de llamarle. Hay que enseñar a amigos, parejas, hijos o nietos a acompañar a las personas.

Siempre he pensado que hay preguntas muy importantes y que no solemos hacerles: qué sabes de lo que te pasa, que te gustaría saber, cómo te sientes, qué es importante para ti ahora, cómo puedo ayudarte, qué no puedes hacer tú solo que quieres que yo te ayude. Y esto no es un tema de recursos económicos, lo es de sensibilización y de respeto hacia la persona. Hablamos de un acompañamiento humano de los que tenemos cerca, porque es probable que nos toque a alguien. Y mañana podremos ser nosotros.

Como miembro de la SEGG, ¿cómo enfocan estas vías de trabajo?

La SEGG es una sociedad muy interesante y muy compleja porque aborda el envejecimiento desde todos los punto de vista: el biológico, el sanitario y el de las ciencias humanas y del comportamiento. Hay todo tipo de profesionales involucrados, con diferentes perfiles más allá de biología y medicina. Trabajamos sobre lo que implica envejecer tanto desde el punto de vista individual, como familiar, comunitario y de las políticas gerontológicas.

Además, nos mezclamos todos los profesionales (los de la geriatría y lo de la gerontología) porque una demencia, por ejemplo, afectara todas las dimensiones de la persona y tenemos que apoyarnos y tenemos que trabajar conjuntamente para encostrar respuestas que ayuden a la persona en su globalidad.

Mi responsabilidad dentro de la SEGG es representar él Área de las Ciencias Humanas y del Comportamiento, captar desde todas las disciplinas qué se está investigando, qué novedades, aprendizajes y tendencias existen a nivel nacional e internacional, y cómo lo podemos hacer llegar a los socios para que puedan aplicarlo.

Se trata de poder generar y compartir conocimiento para hacer políticas más eficaces y más eficientes, con visión comunitaria y empoderadora de las personas; que vea las diferentes formas de envejecer, porque en una sociedad diversa, la forma de envejecer es plural. Tenemos que dar respuesta a eso, y requiere ser humilde para poder hacerlo.

¿Hay alguna forma ‘buena’ o ideal de envejecer?

La tuya. La idea es que puedas envejecer como hayas vivido, con tus hábitos, redes y valores. Que a medida que envejezcas, puedas continuar tu proyecto de vida. Que, si te jubilas, encuentres actividades y roles que tengan significado para ti. Que puedas cambiar el contexto o el contenido, pero sigas siendo coherente a ti mismo. Que envejecer no cambie la persona que eres, porque deberíamos poder seguir siendo la misma persona aunque envejezcamos.

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