Tienen como objetivo mejorar el estado de ánimo de los adultos mayores. Son un éxito y buscan que se convierta en política pública.
La imagen del abuelo que nos ha mostrado la cultura popular desde tiempos inmemoriales es la de una persona anciana, encorvada y con el pelo blanco mate; que lleva el pantalón o la pollera casi a la altura de las axilas, usa bastón, anteojos y tiene pelos en la nariz y orejas. Se la pasa en la plaza dándoles pedazos de pan a las palomas. Si alguna vez la realidad mostró esa imagen, ciertamente no es la actual, cuando los hombres y mujeres que pasaron los 60 están tan activos como en sus épocas juveniles, o incluso más.