La gestión o manejo del estrés es directamente proporcional al autoconocimiento que posee cada persona, y la auto-consciencia de las emociones negativas que las diversas situaciones estresantes le disparan tanto en lo momentáneo, como cuánto tiempo quedan resonando en ellas.
¿Qué es el estrés? Es una respuesta fisiológica del organismo; es el modo en que responde nuestro cuerpo ante un desafío; “la amenaza” se percibe como superior a los recursos que uno cuenta.
Nos sentimos estresados cuando las demandas del entorno, laboral, personal, familiar, las exigencias, los retos que nos imponemos, superan nuestra capacidad para afrontarlos con éxito. Provocando inestabilidad emocional, pudiendo ser puntual o duradera en el tiempo si la situación generadora del estrés permanece.
La respuesta al factor estresante se da a través del sistema nervioso simpático, en que este activa la huida o la lucha.
El estrés puede ser distres o eutres provocando cambios concretos en nuestro organismo.
El distres es de condiciones negativas afecta todas nuestras dimensiones, en el cual, en diferentes escenarios estresantes, se dispara la adrenalina para salir del peligro, activándose en el cuerpo el eje hipotalámico pituitario adrenal, preparándolo para luchar o huir, y los músculos se preparan para actuar inmediatamente, este mecanismo incluso puede ayudarnos a salvar la vida.
Como seres vivos hemos adquirido de nuestros antepasados la actitud innata de huida o lucha que a su vez nos ayudó a perpetuar la especie.
En lo cotidiano el distres nos permite rendir bajo presión en el trabajo, dar todo, esforzarnos al máximo para acabar en tiempo record una tarea y una vez finalizada volver a nuestro estado emocional normal.
En cambio, el eutres causa bienestar debido a sus condiciones positivas e infrecuentemente causa malestar entusiasmante por llamarlo de algún modo. Por ejemplo, sería el estrés que experimenta un atleta cuando está en la línea de salida de una competición deportiva, o cuando se está aprendiendo algo nuevo que nos interesa.
El eutres en las circunstancias estresantes los cambios serian: se acelera el corazón, el ritmo cardíaco, la velocidad mental; genera estar en alerta, competitividad y luchar por el objetivo, ocasiona una ambición sana, y los músculos reciben más combustible para una acción inmediata; mantiene la estimulación, provoca rapidez, fortalece los músculos, agudiza el pensamiento, y ayuda a combatir las infecciones y esto es así porque genera las siguientes sustancias:
Adrenalina y noradrenalina que nos proporciona vitalidad y energía.
Ésta a su vez genera dopamina que es la hormona del placer y nos ayuda a enfocarnos en nuestro objetivo.
También genera serotonina que nos estimula y da confianza para afrontar los desafíos.
Se ponen en marcha los neuropéptidos, que son potentes analgésicos naturales que anulan el estrés negativo o distrés.
¿Qué pasa cuando nuestro cuerpo y nuestra mente no descansan? ¿Cuándo nos acostumbramos a funcionar con el motor al mil durante tiempo prolongado?
La respuesta es obvia: Comenzaremos a sufrir un estrés negativo o distrés.
Cuando sentimos que no podemos hacerle frente a determinada situación, cuando nos sentimos desbordados ante ella; y la inmediata consecuencia es un elevadísimo cortisol, el cual nos bloquea, comienza la somatización y los perjuicios en la salud pudiendo llegar a ser graves.
Algunos síntomas de esta subida de cortisol:
Síntomas psicológicos o emocionales: desconcentración, incapacidad de tomar decisiones, dificultad para actuar, miedos, irritabilidad e ira, falta de memoria, ansiedad, pesimismo, frustración, trastornos emocionales, ansiedad y pánico, desesperanza y desesperación.
Síntomas físicos: agotamiento generalizado, dolores de cabeza, presión en el pecho, temblores, insomnio, diminución de la libido, obesidad, patologías en la piel, dolor de espalda y cervical, trastornos intestinales (reflujos, flatulencias, calambres estomacales, nauseas, diarreas o estreñimiento), aumento repentino de la presión arterial, palpitaciones, dificultad para respirar, entre otros.
Síntomas conductuales: adicciones, impulsividad, alimentación compulsiva, abandono de responsabilidad, o aislamiento social.
Y la mayor consecuencia negativa es que se deprime el funcionamiento del sistema inmunológico predisponiéndonos para el desarrollo de enfermedades incluso crónicas.
Un estado de excitación permanente minará nuestras defensas, acabará con nuestra salud psíquica primero y física después.
Un alto porcentaje de nuestro equilibrio emocional depende de nosotros, la última decisión sobre nuestra vida es exclusivamente nuestra. Pide apoyo profesional en caso de no poder recuperar tu bienestar.
Te mando un beso inmenso TG.
IG Tona Galvaliz.
FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz. Counselor-Logoterapia-Biodecodificación- Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional.