Ya no hemos vacunado contra los males que pueda traer agosto, con la caña con ruda, como lo hace Cornelio ”el retobado” obrero misionero. Beber tres tragos de caña con ruda, afilar su hacha y preparar su desayuno le dan las energías para enfrentar los desafíos del monte, siguiendo un ritual heredado de sus antepasados.
Las personas mayores de nuestras comunidades, son las protagonistas indispensables en la preservación del saber popular, pero qué se entiende por saber popular: es el conjunto de tradiciones y costumbres de cada pueblo a través de la cultura; a partir de sus conocimientos y manifestaciones culturales, sociales, artísticas y todas aquellas que, surgidas en algún momento del pasado, perviven en la actualidad porque se han transmitido de una línea generacional a otra (Gil, 2011). Como ocurre con la tradición de preparar e ingerir caña con ruda, para pasar el invierno, la abundancia que trae Caraí octubre, o la prueba de fe tata yajasa, entre otros.
Buscando sobre el valor de las personas mayores en la transmisión cultural, me encontré con un interesante trabajo denominado TRADICIONES ORALES: FUENTE VIVA DEL SABER POPULAR de Ana Virginia Gil Terán, Universidad de Los Andes, Venezuela.
Ella destaca, es su trabajo la responsabilidad y obligación de nuestros pueblos preservar y seguir desarrollando ese reservorio de saberes populares transmitido de generación en generación a través de la tradición oral, que nuestros guardianes: los ancianos y ancianas, han venido protegiendo a pesar de la dinámica social, política y cultural. El saber popular es un saber inédito de las comunidades y por ende de sus miembros; las instituciones educativas deben ser contextualizadas bajo la mirada de esa realidad local que le acontece, fusionando el saber académico con el saber popular; permitiendo así una acción conjunta e integradora que conlleve al fortalecimiento de la identidad cultural y la preservación ancestral de las tradiciones orales que son fuente viva del saber popular de los pueblos.
Por eso es indispensable, que revaloricemos el rol de las personas mayores en nuestras comunidades, como los trasmisores de ese saber hacer, de esas particularidades que definen nuestra identidad, nuestra manera de interpretar el mundo. Hoy más que nunca tenemos que recurrir a esa mirada sabia, a la voz de la experiencia, que supero muchas adversidades que le dio las fortalezas para seguir adelante.
Las personas mayores de nuestras comunidades son nuestro mayor tesoro, cuando aprendamos a valorizarlos, vamos a comenzar a revertir nuestra realidad y verdaderamente construir juntos el destino que todos nos merecemos.
Bienvenidos a Vivir Plenamente !!.