En medio de un alarmante proceso de envejecimiento de la población sueca, IKEA lanza un proyecto de vivienda modular para pacientes de Alzheimer, la forma más común de demencia entre adultos mayores, en colaboración con la familia real sueca y BoKlok, la compañía que ya comercializa este tipo de viviendas en Suecia, Finlandia, Noruega y el Reino Unido.
Durante las últimas tres décadas, el grupo ha construido más de 11.000 hogares modulares en Suecia, Finlandia y Noruega utilizando el modelo IKEA que disminuye los costos y produce grandes cantidades. Ahora, con algunas modificaciones, la compañía se propuso ayudar a las personas que luchan con la pérdida de memoria a vivir en sus hogares, ahorrando al gobierno dinero que de otro modo gastaría en atención.
Las viviendas ofrecen parques y pisos de colores claros, electrodomésticos convencionales sin interfaces táctiles o digitales, y espacios sin espejos con el objetivo de evitar que los afectados por la enfermedad se desorienten en sus propios hogares. Además, las residencias se construirán en complejos donde las casas de otros inquilinos también compartirán las mismas características.
Además de las viviendas diseñadas para residentes con Alzheimer, BoKlok busca introducir este tipo de viviendas para mayores de 65 años, con pequeños ajustes a ciertos aspectos de las viviendas para ayudar a aquellos que luchan con la movilidad además de ser fácilmente adaptables a funciones de accesibilidad.
El cuidado de estas personas para el gobierno supone una presión bastante grande en lo que a gasto de recursos se refiere. Según el CEO de Boklok Jonas Spangenberg: “Para cuidar a las personas mayores, ese costo está aumentando. Es mucho más barato para la sociedad y el público darles servicios en casa”.
BoKlok, propiedad conjunta de IKEA y la empresa constructora Skanska, será responsable de toda la cadena de construcción de los complejos, desde la compra del terreno y la construcción de las viviendas hasta la venta y comercialización de las mismas.
Estas casas seguirán el modelo Left to Live, que consiste en cobrar a los residentes solo lo que pueden pagar además de los impuestos y gastos de subsistencia. “Sigue siendo el mismo diseño de base, pero se debe comprender cómo reaccionan las personas con demencia en ciertas situaciones”, concluyó Spangenberg.