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21 noviembre, 2024
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La droga `bondi´ y su masificación

POR JUAN ALBERTO YARÍA para https://www.laprensa.com.ar/

Con asombro repetía una consigna grupal en una de las sesiones de mantenimiento de conductas para la prevención de recaídas que coordino. Mi pregunta era: ¿cómo nos iniciamos? Hay que recordar de dónde venimos para saber adónde vamos, decía. Al ser la adicción una enfermedad crónica, prevenible y con posibilidad de recaídas, que atrapa a la memoria adictiva, es necesario hacer ejercicios de memoria, precisamente, para que surjan normas de conducta que sirvan a los fines de recordar las consecuencias: encarcelamientos, sobredosis, internaciones en terapia intensiva, etc.­

El anecdotario clínico de las iniciaciones es casi novelesco ya que desafía todo acto de imaginación. Jorge me cuenta que recibía su dosis de cocaína todos los días cuando, al volver del trabajo, tomaba a la misma hora un colectivo y el mismo chofer era el `proveedor dealer’. Me sorprendió, ya que nunca había escuchado que un colectivero fuese un `dealer’ de drogas. Pero al fin de cuentas mi sorpresa era una inocencia total, ya que la Argentina es el primer consumidor de cocaína de América Latina y el segundo en toda América. Los Estados Unidos es el primer consumidor.­

Jorge me confiesa un secreto que había guardado durante mucho tiempo: el consumo empezaba a la noche hasta el otro día y después el colectivero le daba las dosis para el día siguiente. Me abraza y desde ahí se organiza una alianza afectiva con Jorge (base del vinculo terapéutico). Me dice que me aprecia mucho. Así empiezan los cambios. El amor humano desplaza a la química. Es una tarea dura porque la inflación del ego que proporciona la cocaína es enorme y siempre tentadora.­

Ahí recordé a Roberto Saviano, escritor italiano, que relató y describió a la mafia italiana, que es la que maneja las drogas, y desde ahí es un condenado a muerte que vaga por distintos países. En los Estados Unidos por ahora encontró la paz, pero sabe que es un condenado a muerte; huyó de su querida Italia (Calabria y Sicilia). La verdad ahí se paga con la vida.­

Escribió en su libro `Cómo la cocaína gobierna al mundo, 000 (triple cero, como la harina de máxima calidad)’: “La coca la consume quien ahora está sentado a tu lado en el tren para despertarse a la mañana, el conductor que está al volante del autobús, consume quizás tu padre o hermano, tu jefe o su secretaria que esnifa solo el sábado para divertirse; también el camionero que trae el café o recolecta la basura, también el medico o la enfermera. Quien la consume está ahí contigo, es también el policía que está a punto de pararte, el cirujano que está despertándose ahora para operar o el abogado que tienes para divorciarte, o el cantautor, el político en sus acciones o la prostituta a la que vas antes de volver a casa para desahogarte”.­

Con su estilo literario, Roberto Saviano menciona con crudeza la `epi-pandemia’ que nos invade y que ondula soterrada en nuestra sociedad, desde “la pipa de crack hasta los que dicen que consumen de la buena”. Mientras tanto hay cada vez más compulsivos que no pueden no hacerlo. Están obligados a hacerlo, ya que son esclavos, tienen un sistema cerebral y psíquico dominado. La dopamina (neurotransmisor cerebral) como excitante estimulado por la cocaína supera todo otro placer y solo la podemos dejar por las consecuencias. Nadie deja porque no le gusta sino por lo que viene después: daños cerebrales, hepáticos, infartos, pérdidas, violencias, tragedias familiares, etc. Ese es otro de los lemas de los grupos de rehabilitación: por qué la dejamos. Por las consecuencias. Las pérdidas implican el uso de la libertad para la salud, ya que la esclavitud de las sustancias los llevó a distintas enfermedades. Una de las enfermedades por el consumo inveterado de sustancias es la psicopatía y la sociopatía, que son hermanas mellizas en el arte perverso del engaño y la muerte. Se juntan ahí dos lemas que repetía el viejo capo italiano de la a un iniciado en el libro de Saviano: “Sin cocaína no eres nadie, con la cocaína puedes ser como quieras, pero si no estas en la organización nada del mundo existe; se puede huir de la ley, pero no de la organización”. Esto lo viven dolorosamente los padres de pacientes que se incluyeron en organizaciones de venta de drogas, tráfico de mujeres, juego, prestamos, etc. Son perseguidos y amenazados de distinta manera por deudas de sus hijos. ­

Les parecerá raro, pero esto existe en la Argentina, no solo en Calabria o en los andurriales de las favelas o de Brooklyn. Es en Rosario, en las villas del conurbano de Capital y del Gran Buenos Aires y en Barrio Parque. Es el funcionamiento de una `barra brava’ que no solo aguanta los `trapos’ del club, sino que también distribuye las drogas y los delitos o la presión hacia ciertos enemigos.­

Todos estos hechos tan evidentes pero negados de nuestra sociedad surgen en el marco de una “megabarbarie planificada” en los términos de Edgard Morin basada en tres hitos: individualismo, masificación de las drogas y errancia de los amores. Han caído siguiendo los preceptos de Gramsci, teórico del nuevo marxismo, los basamentos de la vieja civilización judeocristiana y el poder es el eje de la vida. La cocaína es el símbolo del poder (ilusorio y delirante en las micro dosis que se esnifan) pero poder político al fin cuando se estructura como una armadura de poderes varios en los distintos territorios.­

Así, las instituciones del viejo orden republicano quedan horadadas por los dos grandes mandamientos: plata o plomo. El Poder Judicial, el Legislativo y el Ejecutivo ceden ante lo nuevo y comienzan a ser sus vasallos.­

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EL HOMBRE DOMESTICADO­

El eximio psiquiatra español Enrique Rojas describe al hombre de hoy de esta sociedad líquida y fundamentalmente química con el acrónimo de `Simon’. `S’ de solitario, soltero, sin compromisos, buscador de placeres, amante del poliamor (sin rastros de futuros encuentros, o sea lo que Morin llamaba la “errancia de los amores”). `I’ de individualista, de poco afecto a los compromisos duraderos e impulsivo en sus conductas. `M’ de materialista, de consumista por excelencia, voraz en sus demandas, adicto a las compras, al alcohol, a la comida o a la anorexia, su médico de cabecera más importante es el cirujano estético; vive para el espejo con los anabólicos que le devuelven la imagen de un Tarzán moderno, pero fundamentalmente vacío. `O’ de obsesivo compulsivo; la compulsión lo traga literalmente y ahí la droga es la tentación suprema porque la inflación del ego es su meta. `N’ de narcisista, ya que es él con él mirándose al espejo, no habiendo un otro. No llegó a la dimensión del reconocimiento de un tercero. Es la inflación del ego por excelencia.­

Sobre este personaje llamado `Simon’ se estructuran los más variados trastornos de personalidad: el narcisista tan común hoy en las variadas profesiones que inundan los canales de televisión en donde el otro no es escuchado y el grito suplanta cualquier disidencia; el antisocial psicópata y/o sociópata que organiza el delito con sutileza y frialdad solo o con organizaciones y que hace de la mentira y la trampa una forma de existir. La personalidad límite, con marcados rasgos de inestabilidad emocional y con descargas bruscas de impulsividad, busca en las drogas y en las organizaciones reguladores emocionales y voces de mando que lo calmen; los histeroides (personalidades histéricas) claman por un lugar en el mundo con su exhibicionismo y su única medida es el espejo de sí mismo insuflado por la cocaína y por el mando brutal de las organizaciones que pueden usarlas como `carne’ en venta en el tráfico de mujeres. Estos son algunos de los trastornos de personalidad que surgen de este acrónimo de Rojas que está ligado al mundo delirante que promueve la cocaína y las organizaciones de dominio que se van perpetuando.­

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