Días atrás y en honor al natalicio de un histórico escritor argentino, Leopoldo Lugones, se conmemoró en nuestro país el ‘’Día del Escritor’’.
Por ello, desde ‘’Vivir Plenamente’’, hemos querido homenajear a todas aquellas personas que trabajaron y trabajan diariamente haciendo de la literatura local y regional un ”regalo” imposible de no leerla y no aprender de ella.
En Corrientes y en la región, hay destacadas figuras que trabajan – y trabajaron- obras literarias que enriquecen las bibliotecas de hogares correntinos. Cuentos, historias, leyendas y mucho más, nos invitan a realizar un paseo entre letras para conocer ‘’la tierra con payé’’.
Stella Maris Folguerá, gran escritora y cronista correntina. Multifacética en su modo de ser y hacer y conocida por muchos. Inicia la nota diciendo: ‘’Si, me conoce mucha gente. A veces pienso, que yo conozco medio Corrientes, y la otra mitad me conoce a mi’’ (risas…)
VP- En tiempos de pandemia. ¿Cómo fue tu etapa de escritora?
S.M.F: No me cambio el ritmo de la escritura para nada. Si, salieron tres cosas interesantes. Una fue un trabajo que hice para la escuela de italiano sobre las mujeres en la vida de Dante Alighieri. Material reproducido en el ambiente de los profesores y estudiantes de italiano. Trabajo de mucho esfuerzo, de muchas obras pero de mucho placer. Es un ensayo.
En narrativa escribí una historia que está siendo trabajada aún. Me inventé un pueblo y le metí personajes, conflictos, cultura propia. Todavía no sé si la historia cierra bien o no.
En crónica biográfica escribí el libro ‘“Juan José Folguerá, mi hermano poeta”, en el que cuento lo que conservó en la memoria de nuestra biografía compartida. Y trato de mostrar como leo su poesía y como soy capaz de ofrecer a los demás su poesía. En un libro a dos veces, escrito por él y por mí, donde priorizo su voz y no la mía.
El prólogo es de Gustavo Sánchez Mariño. Me interesaba que quien prologara la obra fuese un lector de él y no mío. Sánchez Mariño dice sobre Juan José “…eso fue lo que persiguió toda su vida: convertir en música las melodías sólo por él escuchadas, derramar sobre el mundo los más hermosos endecasílabos que se hayan escrito, revisitando la forma soneto como un pionero, sin dejarse arrestar por los cuatro siglos de grandes sonetistas, adorando a Patrarca y a Garcilaso, pero poniéndose a su Vera. Los críticos españoles que lo leyeron advirtieron al punto que estaban frente a un gigante, no anacrónico ni demodé, sino un inesperado maestro de la lengua española venido desde la América profunda...”
La presentación del mencionado libro tendrá una agenda de encuentros que –dentro de los protocolos vigentes – irán cumpliendo su cometido. Igualmente a quienes quieran ver el material audiovisual grabado pueden hacerlo acá:
VP: Sobre el libro de tu hermano. ¿Qué nos contás?
S.M.F: Es un libro que tiene una escritura continua. No está capitulado. El fragmento elegido es el siguiente (página 76):
VP: ¿Cuáles son tus planes de ahora en más?
S.M.F: El trabajo del pueblo inventado tengo que revisar y revisar. Siempre los escritores queremos decir cosas – que por más que ya estén justificadas – queremos decirlas de una manera nunca dicha antes.
Bien decía Truman Capote ‘’ Me divertía muchísimo, al principio. Dejé de divertirme cuando descubrí la diferencia entre escribir bien y mal, y luego hice un descubrimiento más alarmante aún: la diferencia entre escribir bien y el verdadero arte. Una diferencia sutil, pero feroz’’…
Es un compromiso muy grande meterse con la literatura. Hay demasiada gente alrededor de uno, que cuando se escribe, te apuntan con el dedo.
Y para ahondar más en el tema, oportunamente cita así, la contratapa del libro ”Corrientes Escribe”, tomo I, realizado por Ediciones KRAM junto a Momarandú, para la Biblioteca Popular ”Escritores Correntinos”. Año 2021.
Bien decía Gabriel García Márquez, ‘’la inspiración no existe, existe el denodado trabajo del escritor que está en permanente tensión con sus personajes, para que los personajes no le gobiernen el texto, para que el texto siga la dirección que debe seguir, para pulir lo que dicen, para cuidar lo que hablan, cuidar sus posturas, sus actitudes, la imagen física que puede transmitirse al lector’’. Uno escribe para el lector, no para uno.
Y lo que uno quiere decir, trata de que llegue al lector como uno le escribió, pero si llega de otra manera, también es válido. La cuestión es que esa otra manera del lector, sea válida en términos literarios.
Muchas veces me preguntan ¿qué porque le digo decir tal cosa a un personaje?, yo no te puedo decir eso sí sola no te diste cuenta de ello. La lectura es tuya. Una vez que yo entrego mi escrito, ya no es mío.
Además, el escritor nunca termina de trabajar sus textos.
VP: ¿Se está conforme con lo que una escribe?
S.M.F: Muchas veces decimos que terminé porque ya hicimos por el texto lo que podía. Pero sucede que pasan los años, una sigue aprendiendo, leyendo, escribiendo, equivocándose también. No se reniega de los textos escritos antes, pero si, se dice ‘’esto ahora lo hubiese escrito de otra manera’’.
Yo corrijo no menos de 20 veces un texto antes de entregarlo, y aun así, cuando viene la galera el cambio de formato, de la pantalla al impreso me hace ver errores que en la pantalla no vi.
VP: ¿Qué mensajes dejas a quienes se inician en la escritura?
S.M.F: Se puede escribir con muchos objetivos. Como descarga, como catarsis, como cuando se escribe un diario íntimo. Pero si una escribe para que los demás lo lean, hay que tener presente que se está haciendo literatura. Es un trabajo duro de negociar con las palabras.
Es algo que no es un hobbie, ni entretenimiento. Ni se puede escribir solamente desde el dolor, porque el dolor no descubre talento donde no lo hay. Genera vivencias que puede ser transmitida pero no descubre talento si no lo hay.
Es un oficio trabajoso como cualquier otro. Hay que tomárselo como tal, y dedicarle el aprendizaje. Se aprende leyendo a los grandes, tratando y escuchando a otros escritores, leyendo sobre técnicas, leyendo sobre recursos literarios. Hay que hacerlo, porque si no el libro está destinado a apolillarse en un anaquel.