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21 noviembre, 2024
VIVIR PLENAMENTE
Tona Galvaliz

La Fe mueve montañas l Por Tona Galvaliz

Testimonio de fe. 

Luego del casamiento de mis padres, mi madre rápidamente queda embarazada dando a luz por cesárea a mi hermana mayor Analía.  Mamá alérgica a los métodos anticonceptivos para regular la natalidad y en contra a las sugerencias médicas y, debido a que su salud no propiciaba futuros embarazos; pese a todo eso, a los seis meses de ese nacimiento queda nuevamente embarazada de mí; pero era sólida su confianza y convicción en la Voluntad Divina frente a toda dificultad respondiendo siempre con un “Si a la Vida”. Hoy tiene 5 hijas y, un embarazo que no prospero.

Al cumplir un año a Analía se le presenta un importante estrabismo, teniendo que ser trasladada a la Capital del país para ser atendida por un experto profesional. Siendo Oriundos de la provincia de Corrientes mi madre y hermana vuelan con destino a Buenos Aires. Mi papá médico cirujano gastroenterólogo no puede sumarse al viaje debido a que tenía pacientes delicados en y resultaba imprudente dejarlos al cuidado de otras manos médicas. Yendo y viniendo de estudios de ojos, mi mamá rompe bolsa estando de tan solo de casi 26 semanas (seis meses) de gestación, teniendo que ser internada de urgencia. Recibe tratamientos médicos específicos con reposo absoluto en el mejor sitio en cuidados especiales de Neonatología de ese entonces “Pequeña Compañía de María” hoy Mater Dei.

Ni bien se entera de los acontecimientos, mi abuela María del Rosario, viaja para cuidar a su hija hospitalizada con la bolsa rota y conmigo dentro. A mi abuela la llamábamos Mamé, poseedora de un alma piadosa e inquebrantable fe. Ella, durante todo ese tiempo al terminar el régimen de visitas recorría diariamente los templos, para ofrecer misas pidiendo por la maduración y nacimiento saludable del bebe (yo).

Habiendo transcurrido ya 30 días de reclusión, el 30-03 de 1961; tiempo de cuaresma para los cristianos; Mamé siguiendo su conducta de fe cotidiana decide entrar en una iglesia que encuentra a su paso, Parroquia “La Piedad” ubicada en Bartolomé Mitre 1523, -como lo hacía todos los días en Bs As- pidiendo por su hija y embarazo. Ya adentro nota que todas las imágenes de Santos, Vírgenes estaban tapadas con un paño purpura, menos una estatua grande de una mujer tallada en blanco, con un imponente báculo terminado en cruz; y se acerca a ella para suplicarle por su hija y la salud del bebe.

Parada conversando corazón a corazón con la mujer de blanco, mira hacia la izquierda y descubre una puerta; golpea y le atiende una religiosa quien evacua sus consultas entregándole todo tipo de información junto a una medalla de bronce con imagen acuñada de la entonces Venerable María Antonia de la Paz y Figueroa; recibe documentación acerca de su congregación “Hijas del Divino Salvador enterándose que allí mismo reposan sus restos mortales.

Al finalizar la conversación profundamente conmovida y emocionada; se acerca nuevamente a la estatua con cariño y confianza en ella ya que sabía con quién conversaba, pidiéndole una vez más por su hija, dadas las condiciones le entrega a ella sus miedos a que surjan complicaciones o infecciones en el embarazo complicado, y que nazca a la brevedad su nieto/a. Antes de retirarse, le hace una promesa a Mamantula, que si él bebé llegara a ser mujer le pedirá a su hija que la llamara María Antonia como ella.  Pronto se dirige al hotel donde se hospedaba, y ni bien ingresa recibe un llamado telefónico del Sanatorio avisándole que su hija acababa de dar a luz una nena al mediodía, justamente en el mismo horario de la súplica a “María Antonia de la Paz y Figueroa”.

Inmediatamente se va a ver a su hija que se encontraba tranquila y muy bien, la saluda y ésta le reporta que la recién nacida -yo- estaría un mes o tal vez más en incubadora con carpa de oxígeno y pulmotor entre otros protocolos, dependiendo de la evolución y maduración del prematuro con riesgo a que el instinto de deglución no desarrollado al momento perdure, teniendo que ser alimentada permanentemente por sonda nasogástrica, cosa que más tarde se resolvió felizmente.

Mi abuela tenía pensado contarle en detalle lo que le sucedió ese día en la parroquia, para después solicitarle que coloque a su nieta el nombre de -María Antonia- en honor a la Mamantula. Mi madre se anticipa sin conocer esos hechos y menciona a su madre: – “A la niña la llamaré -María Antonia-”, justamente idéntico al nombre que ella pensaba sugerirle, y atónita pregunta: – “¿A qué se debe ese nombre inédito?”. Mamá le responde: – “Mamita”-como se dirigía a su madre- “La llamare así, en honor a tu mamá”. Aclaro al lector que mi bis abuela era conocida únicamente como María.

Como dice Einstein: Dios no juega a los dados, nada es inocente, todo tiene una razón y lógica inteligente. ¿Como llamar estas misteriosas y felices coincidencias?

Para quien Cree todo es posible. Te mando un beso inmenso @Tona Galvaliz

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