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21 noviembre, 2024
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Tona Galvaliz

“Cuidado con el estrés emocional”| Por Tona Galvaliz

Ayuda darse cuenta de que todo en la vida está relacionado con todo, como si fuera una red intangible de circuitos afectándose mutuamente dentro de esa conexión entre nuestro cuerpo biológico, nuestras emociones, nuestro mundo de conversaciones privadas -esas que converso conmigo y que nadie escucha y las que mantengo con otros-, lo que interpreto de ellas, lo que me pasa con eso y la calidad del entorno en que nos desenvolvemos particularmente.

Es necesario ampliar la mirada, observando que somos seres sistémicos, palabra que deriva de sistema (conjunto de normas y procedimientos que regulan el funcionamiento de un grupo o colectividad).

El estrés podría entenderse como la tensión perfecta que necesitamos para realizar alguna acción en concreto, por ejemplo bajar libros de la biblioteca o jugar un partido en equipo.

Para sostener un vaso lleno de agua con el brazo extendido por poco tiempo, necesito estrés del bueno, sostener ese vaso lleno de agua durante una semana requiere un esfuerzo sobrehumano, ese hecho indudablemente generará estrés del malo.

Frente a situaciones en las que consideramos que hay amenazas o peligros inminentes de cualquier índole, las vivimos con tensión, con dificultad, cada organismo va a reaccionar con tensión de manera diferente, de acuerdo con la sensación y emoción que le surge de la creencia que construyó de esa experiencia.

Nuestro cerebro biológico es un órgano que no está diseñado para verificar o cuestionar si lo que estas creyendo o sintiendo es verdadero o falso, o si la experiencia está en tu imaginario; a él le da igual, lo que creas y sientas lo toma como una realidad incuestionable, y aquí la pregunta del millón: ¿Cómo son tus pensamientos?, ¿tus emociones frecuentes son positivas o negativas? ¿Vivís satisfecho o insatisfecho? Porque, rápidamente, este órgano de un kilo aproximado de peso, te suministrara toda una batería de químicos y reacciones, de acuerdo con lo que piensas y sientes diariamente.

Por ejemplo, con el aumento de tensión, nerviosismo y malestar que tengas, este órgano activa la alarma y hará lo necesario para que huyas y ataques, acrecentando el nivel de cortisol, hormona de la defensa, que sostenida en el tiempo desencadenará el estrés emocional.

Algunas de las causas más frecuentes de estrés emocional son: enfrentar la muerte o enfermedad de un ser querido, problemas de pareja, disfunciones en la familia, malestar laboral, inconvenientes económicos, dificultades de convivencia, baja autoconfianza y estima personal, relaciones vinculares tóxicas, relaciones sociales deficitarias, desorden general, insatisfacciones en expectativas, sobrexigencia, climas tensos y desfavorables en diferentes ámbitos -colegio, oficina, empresa, trabajo-.

Los síntomas físicos de padecer estrés emocional son el dolor de cabeza, mareos, problemas digestivos, dolores musculares, afecciones en la piel, resfríos periódicos, aumento de los niveles de colesterol o hipertensión, insomnio, nerviosismo, enfermedades autoinmunes, falta de concentración, confusión, irritabilidad, disminución del apetito, voracidad, compulsión alimentaria, indigestión, manos sudorosas y frías, fatiga, dolor de espalda y nuca, apretar las mandíbulas, disfunción sexual, trastorno del sueño, olvido, dificultad para tomar decisiones, estado de ánimo cambiante, maltrato a los demás, pensamientos negativos recurrentes, irritabilidad, depresión, manifestaciones de rabia, enfado, indignación, tristeza, sentimiento de pérdida, desamparo o indefensión, asco, repugnancia, odio, vergüenza, degradación, culpa, responsabilidad, apatía, aburrimiento, desinterés, frialdad, entre otros.

Cuando este estrés se prolonga en el tiempo, la salud se deteriora rápida y sostenidamente.

Esto puede llevarnos a interminables visitas médicas, pasando por estudios, análisis y tratamientos para las distintas dolencias.

Es preciso resolver la “causa” qué dio origen al estrés, de lo contrario, inevitablemente, se seguirá teniendo una salud endeble.

Identificar el origen de lo que considero “mi problema” es el primer paso hacia la solución.

Porque resolver el síntoma no resuelve la causa. Hay que revisar permanentemente la calidad de pensamientos y emociones en que vivimos diariamente.

Es recomendable pedir ayuda y acudir al médico por un chequeo general del cuerpo, solicitar consultoría psicológica, tomar sesiones de coaching, así como sumar algunas otras prácticas beneficiosas para vencer al estrés, recuperar la paz mental y emocional: yoga,  ejercicio físico, técnicas de meditación, relajación, la oración, escuchar música clásica, escribir, contactar con la naturaleza, alimentación saludable, dormir bien, eliminar sustancias tóxicas y adicciones, reírse mucho, disfrutar y hacer lo que nos apasiona, frecuentar a los seres queridos, aceptar lo que no puede cambiar, aprender a decir no, perdonar, soltar…

“La salud es como el dinero, nunca tenemos una idea real de su valor hasta que lo perdemos”. Josh Billings

(*)@Tona Galvaliz

www.tonagalvaliz.com

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