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21 noviembre, 2024
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Los beneficios de perdonar

[dropcap]L[/dropcap]a práctica del perdón escapa en ocasiones a la lógica y eso es algo que podemos constatar mirándonos a nosotros mismos: parece mucho más sencillo comprender la naturaleza del perdón en situaciones en las que no nos vemos involucrados. A medida que aumenta nuestra ofensa, disminuye nuestro razonamiento.

Muchas teorías se construyeron en torno al perdón y la culpa. Entender el perdón como un proceso de liberación es una consigna que se nos inculca desde la psicología o la filosofía; un sentido también heredado de la religión y que, en la actualidad, todavía tiene mucho tiene que ver con esta -en su sentido más laico-: la reflexión y la meditación allanan nuestra capacidad para encontrar respuestas.

En el imaginario colectivo existen muchas ideas erróneas sobre el concepto de perdón: ni es una señal de debilidad, ni supone hacer justicia, ni requiere reconciliación. El perdón es un sentimiento interior que no traspasa la piel. Sin embargo, en muchas ocasiones nos cuesta perdonar ofensas por considerarlas demasiado graves.

Después de conocer la historia del psicólogo Everett Worthington es probable que muchas de esas experiencias personales que consideramos imperdonables nos parezcan tonterías. Este doctor en psicología por la Virginia Commonwealth University (EE.UU.), que dedicó su carrera precisamente al estudio del perdón, debió enfrentarse al peor examen posible cuando su madre apareció asesinada en su casa y, aunque el asesino fue identificado por la policía, nunca fue procesado.

“Yo había aplicado el modelo de perdón muchas veces, pero nunca en una circunstancia tan dura”. Sin embargo, Worthington quiso mostrar cómo alcanzarlo y un reciente artículo publicado en Monitor on Psychologyse hace eco de ello. “Pude perdonar al joven muy rápido. El perdón es un asunto psicológico, social y biológico. En él se da la verdadera conexión entre la mente y el cuerpo”.

Pero para alcanzar este estado hay un largo camino de aprendizaje que debe empezar por el perdón ante ofensas menos graves. Aprender a perdonar a quienes nos hieren puede mejorar significativamente el bienestar psicológico y la salud física.

Aunque muchos prefieren olvidar o dejar pasar las cosas antes que disculpar, el perdón es un sentimiento mucho más activo. Bob Enright, pionero en el estudio del perdón, explica que el verdadero perdón ofrece algo positivo: empatía, compasión, comprensión hacia la persona que te hizo daño.

Esta concepción trabajada en la investigación demostró que el perdón está vinculado a la salud mental, a la reducción de la ansiedad, la depresión y trastornos psiquiátricos graves, así como a la reducción de problemas en la salud física y menores tasas de mortalidad. En el libroForgiveness and Health (2015) Worthington, junto a Loren Toussaint y David R. Williams explican estos beneficios.

De hecho, el alivio del estrés es el factor principal en la relación entre el perdón y el bienestar. En el estudio, las personas que tenían mayores niveles de estrés acumulado durante toda su vida mostraron peores resultados de salud mental. Pero entre quienes mostraban una tendencia alta al perdón y vivían con un estrés alto, no se observaba mala salud mental. “Pensábamos que el perdón ayudaría, pero no esperábamos esto”, dice Toussaint.

No todos tenemos la misma capacidad para perdonar

Por supuesto, perdonar requiere un esfuerzo que no todos queremos o estamos capacitados para hacer. La neuropsicóloga Loreto Fernández explica que los prejuicios juegan un papel muy importante: ¿Cómo aceptamos un perdón las dos partes? ¿En qué posición nos coloca? “Tanto para quien perdona como para quien pide perdón, implica asumir una responsabilidad que puede no encajar en nuestros esquemas mentales”.

En su estudio, Worthington halló que las personas más indulgentes tienden a tener niveles más altos de agrado y niveles más bajos de neurosis. Quienes son más severos son menos ágiles para el perdón, ya que suelen mantener rencores.

¿Y si sentís que sos una persona vengativa y rencorosa en tu vida diaria? El perdón se trabaja y nos ayuda a sentirnos mejor. Desarrollar la empatía, trabajar la reflexión, la capacidad para ponernos en el lugar de otra persona y, especialmente, la paciencia para no devolver una mala acción es fundamental. El perdón nos puede ayudar a recuperar nuestra autoestima y a ser mejores personas.

Un modelo para aprender a perdonar

Como solución final, el equipo de la investigación propone un modelo de perdón en grupo. Un proceso compuesto por cinco pasos que ayuda a las personas a enfrentar su dolor, encontrar empatía con la persona que las daña, alcanzar el perdón y conservarlo con el tiempo.

Este modelo renueva el proceso de terapia individual de Enright, que consistía en cuatro fases: descubrir nuestros sentimientos negativos sobre la ofensa, tomar la decisión de perdonar, tratar de entender, y descubrir empatía y compasión por él o ella. A pesar de las diferencias en las intervenciones, ambas ayudan a promover el perdón y traen consigo beneficios para la salud mental.

La consulta psicológica es altamente beneficiosa: no solo se aprende a perdonar, sino que indirectamente se reducen los niveles de ansiedad al tratar los problemas. “Es normal que nos cueste hacer este esfuerzo por alguien que nos hace daño; pero así es la vida”, dice Enright.

*(c) CLAUDIA LORING. La Vanguardia.

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