Buenos días, queridos amigos de “Vivir Plenamente”, ¡Bienvenidos!.
En el editorial de hoy quiero abordar un tema de vital importancia que afecta a millones de trabajadores en nuestro país: la necesidad de una reforma previsional que garantice una vida digna tras su jubilación.
Es innegable que el sistema de pensiones actual se encuentra en una situación crítica. A medida que la esperanza de vida aumenta, la tasa de natalidad disminuye, la falta de políticas impositivas que promuevan el trabajo registrado y la apertura de nuevas fuentes de laborales, nos enfrentamos a un escenario en el que cada vez hay más personas en edad de jubilarse y menos trabajadores activos contribuyendo al sistema. Esta desproporción pone en peligro la sostenibilidad de las pensiones y, lo que es más preocupante, la calidad de vida de nuestros mayores.
Es imperativo reconocer que los trabajadores que durante años han contribuido al desarrollo de nuestra sociedad merecen una vejez digna y tranquila, sin la angustia de no contar con recursos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. La realidad es que muchas personas jubiladas se ven obligadas a enfrentar dificultades económicas, limitando su acceso a una atención médica adecuada, una alimentación apropiada y una vivienda decente. Como bien lo remarco el Dr. Semino en su reciente exposición en la Cámara de Diputados.
Es por eso que se hace urgente una reforma previsional integral que aborde estos desafíos de manera efectiva y justa. Esta reforma debe ser diseñada teniendo en cuenta varios aspectos clave. En primer lugar, es necesario establecer un sistema de pensiones que garantice una tasa de reemplazo adecuada, es decir, que el monto de la pensión sea suficiente para cubrir las necesidades básicas y permitir una vida digna.
Además, es fundamental promover el ahorro previsional a lo largo de la vida laboral de las personas. Esto implica fomentar la cultura del ahorro y brindar incentivos para que los trabajadores puedan destinar una parte de sus ingresos a un fondo de pensiones, asegurando así un respaldo financiero sólido para su jubilación.
Asimismo, debemos contemplar la creación de mecanismos que protejan a los sectores más vulnerables de la sociedad, como las mujeres, los trabajadores informales y aquellos con ingresos más bajos. Si bien tenemos la PUAM, estas personas enfrentan mayores dificultades para acceder a una pensión adecuada, por lo que se requiere de políticas específicas que corrijan esta inequidad y garanticen una distribución justa de los recursos.
No podemos postergar esta reforma. Debemos actuar ahora para evitar un futuro desolador para nuestros jubilados. Para lograrlo, es necesario un compromiso político transversal que ponga por encima de los intereses partidistas el bienestar de los ciudadanos.
En conclusión, la necesidad de una reforma previsional que garantice una vida digna para los trabajadores tras su jubilación es inaplazable. No podemos permitir que quienes han dedicado años de su vida al trabajo y al desarrollo de nuestra sociedad se enfrenten a la incertidumbre y la precariedad en su vejez. Es nuestro deber como sociedad asegurarles una existencia tranquila y digna. Habida cuenta que Argentina le dio rango Constitucional a la Convención Interamericana de los Derechos Humanos de la Personas Mayores.
Juntos, podemos lograrlo. ¡Es hora de actuar!
Bienvenidos a VP una vez más.