Unos son estrictos, otros muy consentidores. Unos son viejos, otros más jóvenes, pero todos, abuelos y abuelas, son fundamentales en el crecimiento emocional de nuestros hijos.
La protección, el cariño que demuestran y el amor incondicional de los abuelos son incomparables. Sus historias son tesoros puestos en palabras que nos dan a las generaciones más jóvenes un sentido de identidad. Algunos de los beneficios que nos da la convivencia con los abuelos son:
Para un niño, sus abuelos son la base de su historia personal. Todo ser humano tiene la curiosidad de conocer sus raíces, su historia, de dónde viene, y los abuelos representan esa parte de su pasado que forma parte de su vida.
No hay como los abuelos para ayudarnos a cuidar a los hijos, pero no confundamos cuidar no criar…
No deleguemos nuestras responsabilidades de padres…
Los abuelos son magníficos compañeros de juego. Los niños a través del juego, aprenden a relacionarse, a convivir, a pensar, a respetar reglas, a esperar su turno (paciencia). El juego une, entretiene y divierte. Los niños encuentran en los abuelos los compañeros ideales por el tiempo que pueden dedicarle, la paciencia y sabiduría para enseñar y el cuidado que tendrán con los niños precisamente por el amor que les tienen.
No sólo se benefician los nietos de la relación con sus abuelos, pues también éstos le dan un nuevo sentido a su vida, no sólo por la continuidad de la familia, sino porque será como revivir esa época cuando ellos eran padres, sólo que sin el trabajo que éste conlleva por lo que es más fácil de disfrutarlos.
Los abuelos fomentan el sentido de identidad que toda persona en su infancia necesita para sentirse seguro en la vida. Esta identidad se refiere a saber quién soy, a quién me parezco y el lugar que ocupo en mi familia. Pero sobre todo, nos dan un sentido de pertenencia, pues saber que uno es parte de algo, ayuda a hacer sentido qué tan importante se es para los demás.
Es por eso, que los abuelos crean en sus nietos un sentido de seguridad que lo ayuda a desempeñarse mejor en el mundo.
Cómo fomentar una buena relación con los abuelos Conscientizar al niño de lo afortunado que es de tener abuelitos, y de la importancia de mantener esa relación cercana. Una forma de hacerlo es visitarlos con frecuencia, tener detalles con ellos como hacerles una carta diciéndoles cuánto los queremos, o enviando fotografías (no hay abuelo que no se derrita con fotos de sus nietos).
Permitir a los abuelos pasar tiempo a solas con sus nietos para conocerse mutuamente y de manera más íntima y personal.
No intervenir en la relación entre ambos, hay que recordar que el vínculo entre nietos y abuelos es de ellos y que no necesitan intermediarios, a menos, claro, que se trate de ayudar en un problema mayor, como podría ser un mal entendido que los mantenerse alejados. No permitir que alguna diferencia que tengamos con alguno de los abuelos, tenga influencia en la relación con sus nietos. Es frecuente escuchar que padres e hijos o suegras y nueras, se encuentran distanciados por alguna diferencia o problema que aleja por consiguiente también a los nietos y de esto, los únicos que saldrán perdiendo serán estos últimos por dos razones:
La primera, que es común que las familias con el paso del tiempo se reconcilien, y los nietos habrán perdido todo ese tiempo sin la compañía de sus abuelos, y la segunda, sería muy negativo para su formación y educación ver que padres e hijos están “peleados” cuando precisamente lo que buscamos es educarlos en el amor y unidad que la familia suponen.
Enseñarles fotos, contarles historias y anécdotas del pasado de los abuelos para que los conozcan mejor. Para el abuelo que lucha contra alguna enfermedad o depresión, el mantener contacto con sus nietos le ayudará no sólo a sentirse mejor, por la alegría que proporcionan los nietos y la distracción de sus problemas, sino que también se sentirá de gran utilidad en su papel dentro de la familia.
Aprender a valorar y respetar a los abuelos es el mejor inicio para lograr una convivencia familiar más plena, llena de generosidad, amistad y amor entre las personas que la conforman.
Fragmentos de un escrito de Maru Sweeney