[dropcap]L[/dropcap]a problemática del maltrato a los adultos mayores es un flagelo en crecimiento en la sociedad actual y, ante dicho escenario, días atrás se realizó en el Colegio de Magistrados de Corrientes la jornada de Reflexión Abierta sobre “Desprotección y Violencia Contra la Tercera Edad”. En el marco del evento se supo que van en aumento los llamados a las líneas gratuitas para asentar denuncias.
El padre Roberto Pini, encargado del refugio Beato Juan Pablo II, la licenciada Nelly Pintos, directora del Área de la Tercera Edad del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia y la psicóloga María Isabel D’Andrea, del Cuerpo de Psicología Forense del Poder Judicial, fueron los panelistas que expusieron sobre indicadores, tipos de maltrato, psicología del envejecimiento, el rol y compromiso de la sociedad, las función del estado y otras cuestiones relacionadas a los adultos mayores.
En virtud de la experiencia a cargo de un área crucial como es la Dirección de Adultos Mayores, Pintos brindó detalles del dato más sobresaliente, la cantidad de llamados “en aumento” que reciben a la línea gratuita 102.
“La verdad es que hemos llegado a la conclusión de que muy poca gente sabe a dónde recurrir cuando se presenta a un caso de maltrato. Pero a partir de la existencia de nuestra Dirección, de la participación de los comunicadores y de los medios de información para promover el cuidado de la Tercera Edad, ahora la gente sabe que puede recurrir a nuestra Dirección en caso de emergencias y también llamar a esta línea gratuita que nos concedió Minoridad y Familia”, destacó Pintos a este diario.
“En 2014 y 2015 hemos recibido más denuncias que en 2011. Se da porque la gente antes no sabía dónde recurrir o bien porque ahora hay mucho más información disponible”, agregó.
La soledad es el principal maltrato
Consultada Pintos cuál es el principal padecimiento de la tercera edad, la directora del área sostuvo que es la “soledad”. “Es tremendo, hasta los mismos familiares los dejan solos, es increíble ver el abandono de los hijos. Por eso nosotros les decimos “no esperes llevar una flor al cementerio”, ellos están esperando esa visita a tomar un té, un abrazo, es verdad que todos llevan una vida acelerada, que con frecuencia las actividades nos superan y nos olvidamos”, remarcó.
Los tres disertantes coincidieron e hicieron hincapié en la necesidad de que se “tome una real conciencia de la magnitud del problema del maltrato y la violencia en la tercera edad”, para lo que resaltaron el compromiso de la ciudadanía y de las propias familias.
“Donde hay carencia afectiva hay vulnerabilidad, los adultos viven con temor. La sociedad toda y las instituciones del Estado deben cubrir estas necesidades.
Hay baches jurídicos e institucionales cuando se tienen que tomar acciones concretas en relación a los ancianos y a las personas en situación de calle”, dijo el presbítero Roberto Pini, y destacó “el rol que cumplen nuestros ancianos que son la síntesis de nuestra cultura e identidad”.
Por su parte, la licenciada D’Andrea se refirió a la psicología en el envejecimiento y señaló: “Actualmente se da una perspectiva diferente en el adulto mayor, ya que existe un cambio de paradigma en la relación de la sociedad con el sujeto anciano.
También se explayó sobre los desafíos del envejecimiento poblacional y “la necesidad de mejorar las condiciones de vida de los adultos”.
Principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de edad
Las Naciones Unidas establecieron una serie de principios a seguir con el objetivo de preservar la integridad y la inclusión de los adultos mayores en su entorno. Entre las propuestas, establecen la necesidad de generar las condiciones para su “independencia”.
En ese sentido, instaura “el acceso a alimentación, agua, vivienda, vestuario y atención de salud adecuados mediante la provisión de ingresos, el apoyo de sus familias, de la comunidad y su propia autosuficiencia”, destaca el informe.
Asimismo, establece un mayor acceso a “oportunidades de trabajar para generar ingresos”.
También a “participar en la determinación de cuándo y en qué medida dejarán de desempeñar actividades laborales”.
A su vez establece la necesidad de “acceso a programas educativos y de formación adecuado”.
“La posibilidad de vivir en entornos seguros y adaptables a sus preferencias personales y a la evolución de sus capacidades”, agrega el documento.
También a “residir en su propio domicilio por tanto tiempo como sea posible”.
En cuanto a la participación, las Naciones Unidas pregonan el ideal de “permanecer integradas en la sociedad, participar activamente en la formulación y la aplicación de las políticas que afecten directamente a su bienestar y poder compartir sus conocimientos y pericias con las generaciones más jóvenes”.
También propone que el adulto mayor pueda “buscar y aprovechar oportunidades de prestar servicio a la comunidad y de trabajar como voluntarios en puestos apropiados a sus intereses y capacidades”.
Fuente Diario época