Una vez leí un artículo de Sábato que decía que cada arruga de tu rostro fue de una expresión que fue de alegría, de algún recuerdo o momento que hemos tenido bueno o malo. Y cada una de esas arrugas o canas que uno tiene a lo largo del tiempo, expresan que uno ha vivido. Entonces, uno ha vivido, ha aprendido, ha tenido experiencias casi de todo tipo, buenas y malas, que siempre nos llevan hacia un aprendizaje; y siempre, siempre, se puede aprender.
Está mal ese concepto que uno dice, “no, uno solo puede aprender hasta una determinada edad”, y cuando se entra en la etapa de adulto mayor, uno ya no sirve. Sí, hay capacidades que van disminuyendo, pero también tenes capacidad de dar, amar, de brindar la experiencia de lo que has aprendido con el correr del tiempo, podés dar la sabiduría que uno va recolectando a lo largo de los años.
AUDIO PROFESORA DE YOGA- MARIA DEL CARMEN ILLARIETTI
Había una maestra de yoga, que siempre nos decía, que en el yoga no hay nada que uno pueda decir, no puedo, no es aceptable. No puedo, se utiliza cuando uno simplemente deja de respirar, cuando llegamos al paso de la muerte. Entonces, uno siempre puede hacer en la medida de que uno pueda con su cuerpo, con su mente, con su inteligencia, pero uno puede hacer. Es importante que incorporemos este concepto en nuestras vidas, el “yo puedo hacer”.
Los abuelos a veces, están muchas veces relegados, por los hijos o nietos, porque consideran que no pueden seguir el ritmo, no tienen la mentalidad del hoy o no se aggiornan a los tiempos tecnológicos. Pero, le podemos contar un cuento al nieto, podemos jugar con el nieto, podemos enseñarles a nuestros nietos a hacer la receta de familia heredada de nuestras madres; o sea, podemos enseñar y hacer muchas cosas más.
Hay muchos tips que son importantes considerar sobre cómo actuamos en nuestra vida. Normalmente uno, todo lo que hace, por ejemplo en un trabajo, lo hace para agradar a su jefe. En la vida, cuando nos casamos, hacemos todo para que nuestro matrimonio funcione, para que nuestros hijos estén bien. Siempre es para afuera, para los demás.
En esta etapa en la que nuestros hijos están grandes, es donde debemos empezar a vivir para uno, empezando a disfrutar de las cosas que siempre fue postergando. Tenemos que empezar a buscar qué es lo qué a mí, ser humano, me hace bien. Me conecta conmigo mismo. Qué me hace feliz, con quién y cómo quiero estar, compartir un mate, un café.
Pensar en cada momento que tenemos libre qué hacer para sentirnos bien. Al mundo Dios nos deja venir para que seamos felices, y durante gran parte de nuestra vida la dedicamos a ser feliz o vivir para otros. En la adultez dediquemos a nosotros, a lo que nosotros queremos para nuestra vida.
Un cariño grande para todos, cuando deseen los espero en el CLUB EDAD FELIZ, para participar de las actividades.
